Perspectiva Feminista

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viernes, 31 de agosto de 2012

El poder exterminador no desaparece

Ayer se conmemoró el Día del Detenido Desaparecido.
Funcionaron en nuestro país 340 centros clandestinos de detención y exterminio.
Seguimos buscando a 400 nietxs y reclamando saber el destino de miles de personas.
Nos adentramos, quizás, recién ahora, a más de treinta años, en la complicidad civil.
Y no nos quedamos indiferentes a los mecanismos que alimentaron aquel horror y que reaparecen, sutil o groseramente, entre nosotros.
De todxs depende que NUNCA MÄS se repita.

Como homenaje, comparto estas palabras de una obra extraordinaria.
El golpe de 1976 representó un cambio sustancial: la desaparición y el campo de concentración-exterminio dejaron de ser una de las formas de la represión para convertirse en la modalidad represiva del poder. Parto de la idea de que el Proceso de Reorganización Nacional no fue una extraña perversión, algo ajeno a la sociedad argentina y su historia, sino que forma parte de su trama, está unido a ella y arraiga en su modalidad y en las circunstancias del poder establecido.
Sin embargo, afirmo también que el Proceso no representó una simple diferencia de grado con respecto a elementos prexistentes, sino que una reorganización de los mismos y la incorporación de otros, que dio lugar a nuevas formas de circulación del poder dentro de la sociedad, Lo hizo con una modalidad represiva: los campos de concentración- exterminio.
Los campos de concentración, ese secreto a voces que todos temen, muchos desconocen y unos cuantos niegan, sólo es posible cuando el intento totalizador del Estado encuentra su expresión molecular, se sumerge profundamente en la sociedad, permeándola y nutriéndose de ella. Por eso son una modalidad represiva específica, cuya particularidad no se debe desdeñar. No hay campos de concentración en todas las sociedades, Hay muchos poderes asesinos, casi se podría afirmar que todos lo son en algún sentido. Pero no todos los poderes son concentracionarios. Explorar sus características, su modalidad específica de control y represión es una manera de hablar de la sociedad misma y de las características del poder que entonces se instauró y que se ramifica y reaparece, a veces idéntico y a veces mutado, en el poder que hoy circula y se reproduce.
No existen en la historia de los hombres paréntesis inexplicables. Y es precisamente en los períodos de “excepción”, en esos momentos molestos y desagradables que las sociedades pretenden olvidar, colocar entre paréntesis, donde aparecen sin mediaciones ni atenuantes, los secretos y vergüenzas del poder cotidiano.”

“Poder y desaparición: los campos de concentración en Argentina” Pilar Calveiro
1ra. ed., 2da. Reimp. Buenos Aires, Colihue, 2004, pp.15-16

Ilustración: "Desaparecido" de Noemí Escandell

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