Perspectiva Feminista

Perspectiva Feminista
Un espacio de debate, lectura, formación

sábado, 15 de diciembre de 2018

#MIráCómoNosPonemos

Desde la denuncia de Thelma Fardin con el colectivo de Actrices Argentinas, que supo dar el paso político de transformar el dolor y el daño, el silencio y la agonía individual en una causa colectiva, desatando así miles y miles de nudos que atenazaron gargantas para contar tantos dolores, también me sentí, otra vez. interpelada, en lo más personal, que, sabemos, es siempre político cuando se trata de estas violencias.
Hace mucho que no escribo en el blog, son otras escrituras, en otro registro que me han ocupado pero que también rondan e intentan nombrar, comprender y desarmar las múltiples violencias a las que jamás hubieramos debido acostumbrarnos. La violación y el abuso son expresiones de una violencia tolerada desde siempre tal vez, que también sostienen desde una neutralidad hipócrita y mentirosa, modelos de explicación científicos, filosofías y saberes populares, en la que somos objetos, propiedad, adornos y también, amenazas al privilegio masculino incuestionado. Apenas el aire se mezcla con una leve brisa feminista nada más al pretendernos personas, sujetxs, pares, no cosas, no vientres, no cosas, sujetxs capaces, deseantes, pensantes, sintientes, no cosas, seres humanos con voz, con historia - negada o silenciada - para contar, porque no somos cosas, la barricada para proteger la comodidad establecida se levanta y se cierne sobre nosotras otra condena, otra sospecha, otra violencia más.
No te creen, no te escuchan, no te hacen justicia. No te cuidan, te avasallan. No te dejan volar, te proscriben. Te encierran o maltratan. O te descalifican por violenta exagerada resentida quémasquierenqueyabastantelograron. El paisaje patriarcal se decolora un poco en algunos momentos críticos para disimular su permanencia, sostenido por hombres y mujeres, sin distinción.
Pero no aprendemos, siempre se ha luchado, quizás ahora, de otro modo. Porque basta con que alguien rompa una de las más efectivas cadenas, el mandato de silencio, la culpa, la vergüenza por un inexistente crimen jamás cometido y que devuelva al victimario el asco, el repudio, la condena, y... alguien más se sacude capas y capas de dolor autoinflingido por callar o que le inflingueron quienes no pudieron escuchar, creer o estar allí, comprender, abrazar, y como en una catarata, las narraciones estremecedoras se multiplican. Hay quienes se sorprenden todavía, ¿no sabían que era para tanto, o no podían mirar, escuchar, sospechar? De verdad ¿no hay mugre debajo de sus alfombras, por no alterar el orden familiar, tener que correrse del lugar cómodo y remirar con otros ojos las conductas, los gestos, los dichos que parecíeron incomprensibles? ¿De verdad no sabías porqué alguien querido, muy muy próximo se apagó de repente o no quiso ir más a aquel lugar o quedarse más con ese tío, amigo de la familia, seguro, un tipo serio y respetado? ¿En serio has olvidado lo que ella te contó y preferiste dejar así... si el "daño ya estaba hecho" y hablar era peor?
Lo ominoso, lo siniestro es precisamente tan aterrador porque entraña ese plus de espanto: lo más cercano, lo conocido, lo que es "hogar" se convierte en ese mal que huele a muerte. Cada violación o abuso se siente como amenaza de muerte, lo que no tiene palabras y con lo que crecemos las mujeres en las sociedades como la nuestra, acompañadas por el temor que no se dice de ser eventualmente violadas. Y así producidas como víctimas potenciales de tal violencia permitida y avalada, la revelación no puede ser tolerada sin poner todo patas arriba. Porque quien viola no es un extraño - aunque pueda ocurrir- el silencio que retuerce y redobla el ataque sufrido e da cuando es ese querido conocido, un amigo de tu padre, o tu hermano, o tu abuelo, o tu padre, que cuesta tanto escribir en las pericias si se llega a la instancia de denuncia. Cuando sos niñx, el no tener acceso a ser escuchado y creído es el mejor permiso para quienes violan o abusan, y el "secreto".. se lleva todo con saña, cálculo y premeditación.
Así el dolor como si tuviera mil espinas incesantes, acompaña y rehabilita la sucesión de violencias sobre nosotras, sobre lxs niñxs, que no podemos hablar sin que algo nos pase por hacerlo. Que tiene ese costo como si al mal lo hubiéramos causado nosotras, por no asentir el destino que se ha trazado, de sufrir abnegada y resignadamente el ultraje, el físico, sexual, psíquico, que tolerado y permitido, se convierte en una condena por el mero hecho de existir como mujeres en un mundo donde no hay otro lugar que no sea el de objetos. Desechables, utilizables.
Están cambiando los tiempos, hablar es sanar y más aún ahora, si es en un nosotras tan potente y poderoso para abrazar y sostener todo lo que venga. Haber trocado el sentido de causar nuestro propio daño en una generosa y arrasadora potencia que vsibilice y desplace la tolerancia social, que pueda hacer que ahora te preguntes, ¿qué no pude ver? ¿qué callé? ¿qué disculpé? invita y convoca a un encuentro que pueda hacer otros pactos, siempre y cuando se admita el privilegio masculino ese que ahora hace sentir desubicados, desorientados, perdidos a tantos varones.Y a tantas mujeres también. No se nace, dijo Simone... y es el género, y es el heterosexismo patriarcal el que nos viola y nos mata con una puñalada o con la violencia sexual, la indiferencia y la complicidad con quien daña y que no hace más que hacer lo que siente que puede hacer. No son errores nio son excesos. Por eso la salida es  dejar de callar y creer y accionar, otra manera de ser mujeres, de otra manera de ser hombres, de otra manera de vivir un mundo en diversidad que no permita esta crueldad sin palabras como si fuera inevitable.  

miércoles, 8 de agosto de 2018

Será Ley

En minutos arrancará el debate en el Senado, las maniobras, mientras la calle verde muestra que ya se sancionó. Se logró la legitimidad de ese derecho al aborto legal seguro y gratuito en el hospital para dejar atrás la infamia del negocio clandestino que mata.
Han sido y seguirán siendo luchas populares, transversales, inapropiables por las lógicas ya perimidas, de las cuales muchxs dirigentes no se despiden, la política transformadora, revolucionaria. Atadxs al pasado, intentando fragmentarla de otras luchas, quienes desmerecen o minimizan este impacto feminista no se han dado cuenta de que esta marea viene a discutir todo, viene a clamar por su vida y el lugar negado, por el respeto que se le debe, por las que quedaron atrás pero no olvidamos. Es mucho más que una norma jurdica justa la que se pelea, inflexión imparable, cultural, social, simbólica y contrahegemónica, que signa esta etapa, y que redefine la democracia. Esa democracia precisamente que se defiende en la calle y militando la articulación contra los arreglos de minorías que la están dañando como nunca antes.
Este día histórico no define su valía adentro del recinto; su repercusión mundial lo ha mostrado en estos meses en los que rebasamos expectativas propias y ajenas. Por eso la reacción furiosa, evidencia la violencia con la que siempre nos han considerado: menos que humanas, menos que cosas, descartables. Arrebatadxs de odio, ignorancia, lxs antiderechos se manifiestan en su crudeza que había permanecido tranquila y escondida... y ponen en palabras y cuando pueden, en acto, su fuerza bruta, sedientxs de represión, apuntando a la sexualidad, porque ésta porque es política, siempre lo ha sido, porque condiciona nuestro hacer y aparecer. Y se habla de ello, se discute su alcance para el ejercicio de ciudadanía, redefina la ciudadanía y la noción misma de democracia, poniendo sobre la mesa lo no dicho. Penetra en las organizaciones y en los ámbitos que habían sido indiferentes, también protegidos. Cimbronazos, irrupciones, desconciertos y creaciones. Nuevas formas. Por eso además la alegría y la sorpresa de quienes están sumándose a esta imparable construcción de poder feminista que renueva todas las estructuras desde el momento en que rompió tabúes, incomodó la naturalizada intromisión de la iglesia en lo público, dando cátedra en las reuniones informativas del parlamento o en las sobremesas familiares.
La marea feminista siempre ha sido política. Ha sacudido todo y recién empieza.
Nos veremos en la calle.
Será ley, si no hoy, más temprano que tarde, toda causa justa insiste aún en los momentos más aciagos. Llevamos el pañuelo de esas mujeres que nos mostraron cómo luchar y perseverar en el amor. Con rabia y dolor, por todas nosotras, dormidas, despiertas, por todes, por nuestrxs hijxs, hacemos historia.
Aborto legal, seguro y gratuito.
Será ley.

jueves, 2 de agosto de 2018

Santiago es bandera

Ayer se vivió una jornada impactante, tras la marcha multitudinaria en reclamo por el esclarecimiento y la justicia pendientes para Santiago Maldonado, cuya desaparición forzada seguida de muerte en un operativo ilegal de Gendarmería marcó una bisagra en la vida democrática del país que dijo NUNCA MÁS. El estado no solamente fue responsable de este delito: también encubrió a los ejecutores, eliminó pruebas, espió y difamó a familiares y a quienes desde el primer momento se sumaron al reclamo por la aparición con vida. El gobierno de Macri, a cargo del Estado manipuló la ¿investigación? judicial desatando una verdadera campaña sucia mediática, de la que usa y abusa creyendo con ello que todo es posible. ¿Y la Constitución? Bien, gracias.
Meses de guerra simbólica y de manipulación mediática. Todo el poder de fuego de la acción psicológica agravada por la represión hacia toda movilización social, movimiento resistente, sin discriminación, eso sí, que ni a lxs viejxs jubiladxs han respetado. Coherentes en la violencia estatal y en la usina justificadora de balazos de goma o multas a quienes resistan las bondades del endeudamiento sin freno, el hambre, los despidos, la timba financiera, arrancaron baleando niñxs de una murga tras militarizar el primer objetivo, el ente de aplicación de la Ley de Medios como regalo de Navidad y presagio.
Pero resulta que Santiago, cuyo cuerpo apareció en el río tantas veces rastrillado, custodiado por su hermano Sergio y su cuñada en soledad, - una escena tremenda que no debería suceder a nadie y menos después de lo padecido en Argentina durante el terrorismo de Estado- no desapareció de las consignas ni de la memoria de quienes sabemos lo que se juega para todxs desde diciembre de 2015: nuestra democracia.
Santiago, cuyo cuerpo fue plantado por lxs mismxs que dicen que se ahogó - soslayando la cacería de lxs mapuches de la Pu Lof donde estaba bancando sus luchas, dando con su visibilidad atención a las desapariciones y muertes que la sociedad blanca que somos no había registrado- y que se rieron en la tele del dolor de su familia, que se atrevieron a ensuciar su memoria en lugar de responder desde sus responsabilidades ante nosotrxs, ciudadanxs, Santiago se volvió bandera. Su solidaridad lo es como valor que nos separa de manera irreconciliable con quienes pretenden atemorizarnos, alejarnos, fragmentarnos para mejor dominar. Santiago se traduce en la presencia en la calle, no olvidamos ni perdonamos, como no olvidamos a lxs 30.000 que volvieron en la militancia para que nunca más se vulneren derechos en nuestra tierra querida dolida de tantas muertes que aún no lloramos.
Santiago, como dicen lxs mapuches en lucha, nos permitió ver. Cuando vimos su desaparición y lloramos su reaparición, helada tan elocuente del rastro que dejan esos dueños de la vida y la muerte uniformados, terratenientes, empresarios, ministras, voceros, diputadas, jueces y fiscales a sueldo de los de siempre,  vimos también la huella de la violencia naturalizada de los poderes reales que impusieron una idea de nación sobre el genocidio y el exterminio. La lucha de los pueblos originarios que es por el territorio y la cultura, por la lengua, por el río que canta o el viento que habla, nos señalan la persistente colonización en nosotrxs. ¿Cuántxs desaparecidxs y asesinadxs no figuran en esas consignas que levantamos? Como índice de la contraofensiva que avanza en la Patagonia pero también en el noreste de las reservas de agua, relamiéndose por el petróleo, el gas, la riqueza del suelo, masacrando a balazos o a pura hambre y desolación, reconocemos, o comenzamos a reconocer la larga mano del genocidio silenciado y silencioso. Así como tenemos que seguir gritando por Santiago y por Rafael Nahuel... y ¿cuántxs más?
Articular en la calle ampliando lo que significan los derechos humanos, como base de nuestra convivencia - como lo hace la lucha feminista en su diversidad, las no contadas como humanas- refuta con la solidaridad y la memoria viva al imperio del odio y al set difamador que se cree omnipotente para cubrir desde el fraude y la corrupción, hasta el asesinato a manos de quienes deberían proteger a lxs ciudadanxs y cuidar la soberanía. Como pueblo, en una acción plástica y acelerada por los ritmos del saqueo que vivimos, levantamos las banderas de lxs 30.000 y el nombre y los ojos de Santiago, porque no podemos cejar un instante en el reclamo de justicia.
Esa manifestación en paz que antagoniza es mucho para el gobierno que resquebrajándose, no muestra otra respuesta que lo mismo de siempre, en todo caso cebado, sin disimular: el ataque de servicios, zona liberada mediante, al teatro ND Ateneo, en el estreno del documental "Los Caminos de Santiago". Allí, cuando se congregaban desde las Madres de Plaza de Mayo hasta represetantes políticos, artistas y referentes cuya legitimidad radica en la coherencia,  un ataque filmado y trasnmitido por el único canal que cubre y al que luego quieren sacar del aire con una amenaza de bomba. Fue un atentado. Los servicios tan previsibles - como los que alentaron los disturbios en las marchas por Santiago el año pasado y en contra de la reforma laboral- son tan burdos que ni pueden escribir de modo creíble un símbolo en la pared, y fácilmente son identificadxs, bajando de un camión de gendarmería que había pasado por la puerta del teatro minutos antes de las pedradas, poco después en la plaza donde  ya la multitud del acto se había desconcentrado. Se llevaron detenidxs a unxs chicxs, y otros, como en tiempos siniestros, se refugiaron en el Nacional Buenos Aires, dado el peligro de su salida, su exposición a las indiscriminadas detenciones a las que la policía nos pretende acostumbrar.
Foto Alfonso Sierra Marcha 1/8/2018
Pero no.
El poder que tienen pretende desmovilizar, quedate en tu casa, por algo habrá sido, cuidado, no te metas. Y el poder de estar en la calle con Santiago, como bandera. El poder para censurar y manipular desde los medios y el poder de la convicción para hacer verdadero periodismo y seguir transmitiendo, inclusive cuando registran el canal que no fue desalojado por decisión de lxs trabajadorxs y periodistas, tanto como por el valor de lxs invitadxs a los programas. Porque basta de censura, basta de persecución política - esa mañana se había desatado otro capítulo bochornoso en la historia del poder judicial  con las detenciones ordenadas por el juez Bonadío y se desplazaba al fiscal que investigaba a Vidal por el escándalo de los aportes a Cambiemos, falsificación de identidades, lavado de dinero, campaña trucha, ni más ni menos- y basta de entorpecer la verdad.
¿Qué hicieron, Macri, Bullrich, con Santiago Maldonado? ¿A quiénes protegen quienes asesinan de uniforme siguiendo sus órdenes? ¿Para qué quieren el ejército en las calles?
Los pasos en soledad de Olga Aredez en esa Jujuy donde tienen secuestrada a Milagro Sala desde que se hicieron con el poder del estado, no se detuvieron; aunque tal vez Blaquier muera impune, como tantos cómplices y asesinos que protege este gobierno represor, muchos pasos siguieron y seguirán. La ronda de las Madres a quienes trataron de locas ayer es un faro en la marcha que no se detiene, porque está haciendo historia. Aunque el camino esté sembrado de dolores por quienes nos fueron arrebatadxs, no están ausentes. Jamás,  quienes pusieron el cuerpo, como Santiago,serán ausencias. Son bandera en tanto sigamos resistiendo y proponiendo solidaridad, generosidad, entrega, y lucha por lo que es justo.

martes, 31 de julio de 2018

Carta Abierta al Senado de Perla Prigoshin


CARTA ABIERTA AL SENADO DE LA NACIÓN



Buenos Aires, Julio 30 de 2018.-


Señoras y Señores Senadores Nacionales:

Me dirijo a ustedes con la intención de compartir algunas reflexiones sobre la cuestión que próximamente deberá debatir la Cámara en el recinto, cual es el proyecto de legalización de la interrupción voluntaria del embarazo.
Lo hago desde mis vivencias personales, mi experiencia profesional, y mi pertenencia al movimiento feminista al cual decidí sumarme cuando siendo muy joven, jovencísima, tuve que atravesar la dolorosa situación de interrumpir un embarazo producto de una violación. A partir de ese aborto, con la intención de resignificar mi vida, busqué una herramienta que resultase útil para tratar de evitar que otras mujeres tuviesen que pasar por la terrible experiencia de verse inmersas en las condiciones de prohibición o clandestinidad determinadas por la penalización jurídica y su correlato de condena moral que pesaban sobre la mayoría de las prácticas vinculadas con nuestra salud sexual, reproductiva y no reproductiva.
Es por lo dicho que elegí la carrera de abogacía y, desde que obtuve el diploma, ya sea en el ejercicio privado de la profesión o en el ámbito público como asesora de legisladores y legisladoras de la Ciudad de Buenos Aires, de la Nación o desarrollando diversas tareas en el Poder Ejecutivo Nacional, he defendido los derechos de mis congéneres teniendo en la mira mi objetivo originario.
En ese recorrido existieron mojones que me confirmaron en el camino elegido: entre ellos, la redacción de la Ley 1044/2003 de la Ciudad de Buenos Aires sobre interrupción de embarazos de fetos inviables; la elaboración del dictamen consensuado que devino en la Ley Nacional 26.130/2006 de contracepción quirúrgica; y la coordinación del proceso reglamentario de la Ley 26.485/2009 de Protección Integral para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia Contra las Mujeres. Pero previo a lo relatado ocurrió un hecho que hizo emerger con brutal intensidad lo vivido en ocasión del aborto que definió mi elección profesional.

Corría el año 2000 cuando llegó a mi estudio un matrimonio que, tras más de una década de búsqueda, había concretado el deseo de estar esperando un/a hijo/a. Sin embargo la felicidad terminó abruptamente cuando, a las pocas semanas de gestación, se enteraron por una ecografía que Silvia Tanus estaba embarazada de un feto anencefálico.

Llevar en el cuerpo una vida destinada a la muerte, sentirse el ataúd del hijx tan anheladx, hizo que Silvia pidiese, casi rogase, a las autoridades de la Maternidad Ramón Sardá que le interrumpieran el embarazo. El pedido fue desoído so pretexto de la ilegalidad de la práctica, por lo que decidí acompañar a mi congénere en el recorrido judicial que se había tornado indispensable para terminar con la tortura en que se había convertido ese embarazo.

No voy a abundar en detalles respecto al trámite del expediente, que fue complejo y transitó por distintas instancias hasta que la Corte Suprema de Justicia de la Nación le dio la razón a mi patrocinada y ordenó que se realizara la interrupción de la gestación, sentando jurisprudencia respecto de los embarazos de fetos inviables (TANUS SILVIA c/ Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires s/amparo, CSJN, 11 de enero de 2001).
 
Lo que me interesa señalar es la coincidencia que encuentro entre los argumentos, algunos increíblemente falaces, que se han escuchado recientemente durante las exposiciones ante las comisiones de ambas Cámaras del Congreso Nacional y en el debate en la Cámara de Diputados, con los de aquellas personas (personal de salud, funcionarios y funcionarias judiciales, y magistradxs) que se oponían a la interrupción de aquel embarazo inviable. También registro un mismo modus operandi en algunas personas que durante el último mes agredieron verbal y físicamente a mujeres que portaban los pañuelos verdes que caracterizan la militancia por la legalización del aborto y las que, en ocasión del Primer Congreso de Bioética de la Ciudad de Buenos Aires en el que se analizó el caso Tanus, me empujaron por las escaleras del Centro Cultural San Martín al grito de “asesina".

El hilo conductor de esas expresiones es, a mi entender, la incapacidad de deponer las convicciones íntimas o religiosas ante situaciones en las que está en juego el derecho a la salud de las mujeres que, aunque se olvide o ignore,  constituimos mayoría  en nuestro país. Los mandatos religiosos han servido durante siglos para sostener la estructura socioeconómica patriarcal, disciplinándonos mediante la enajenación de nuestros cuerpos y la abolición del derecho a decidir sobre los mismos.
Ese disciplinamiento se manifiesta mediante leyes, y también a través de normas no escritas establecidas como mandatos culturales. Una de ellas es la de la maternidad: la maternidad como destino, como única posibilidad de realización de las mujeres. En esa concepción de la “mujer=madre” podríamos encontrar el origen de los obstáculos que enfrentamos para acceder y desempeñarnos a la par de los varones en  la esfera pública.

En mi opinión, es la imposibilidad de tolerar que se ponga en cuestión dicho modelo cultural, y no la pretendida defensa de la vida, lo que impulsa a los sectores corporativos a oponerse a la legalización del aborto. Al intentar perpetuar el rol de la mujer=madre ignorando, descalificando o agrediendo a aquellas que pretenden tener autonomía sobre sus cuerpos, invisibilizándolas mediante la sacralización del embrión o feto, ejercen una violencia indirecta, sutil, que reproduce estereotipos, valores y mensajes con el fin de mantener la inequidad de género y la dominación sobre las mujeres. Concretamente, es pura y dura violencia simbólica (Ley 26.485, Artículo 5 inciso 5) lo que obtura la legalización del aborto.
 
Y es esa misma Ley 26.485 de Protección Integral, votada por unanimidad por este Senado de la Nación en noviembre de 2008, la que establece en su Artículo 6 inciso (d) que incurre en violencia contra la libertad reproductiva quien “vulnere el derecho a decidir libre y responsablemente el número de embarazos o el intervalo entre los nacimientos”. Ese derecho es transgredido actualmente en aquellas jurisdicciones donde los y las profesionales de la salud no brindan a las mujeres el asesoramiento necesario respecto de su salud sexual, no proveen todos los medios anticonceptivos o, como en algunas situaciones que han tenido notoriedad en las últimas semanas, dilatan, dificultan y hasta niegan la realización de la ILE en los casos de embarazos producto de violación, inclusive a niñas preadolescentes.

Finalmente, es pertinente señalar que en la norma arriba citada ha sido este Congreso Nacional quien ha legislado una modalidad de violencia de género, la violencia institucional, que impone a sus integrantes que no retarden, obstaculicen o impidan el ejercicio de nuestro derecho a la libertad reproductiva. En ese marco entiendo que, en tanto se mantenga criminalizado el aborto, el Poder Legislativo Nacional continuará violentando los derechos humanos de las mujeres, esto es, de la mayoría de la población de la República.
Por lo expuesto hasta aquí, es que las y los invito a votar afirmativamente y sin modificaciones el proyecto de interrupción legal del embarazo que ha sido aprobado por la Honorable Cámara de Diputados.
¡Que sea ley! Atentamente,

Perla Prigoshin


Abogada T26 F630