Perspectiva Feminista

Perspectiva Feminista
Un espacio de debate, lectura, formación

viernes, 30 de septiembre de 2011

Legalización del aborto: estamos más cerca

El tema es difícil. Atañe a valores incrustados y enhebrados en una sociedad que por otra parte, ha demostrado su plasticidad. Lo pretendidamente inamovible o natural ha sido subvertido, convertido en una perspectiva más, y otras legislaciones, otras miradas, otras valoraciones se han ido abriendo paso para permitir el voto femenino, el divorcio, el llamado "matrimonio igualitario"...



No pedimos la legalización del aborto porque nos guste, sino que estamos cansadas de muertes evitables, de la indiferencia ante la falta de oportunidades para nosotras.El aborto es una situación límite a la que se llega por el menoscabo de un derecho.Y esta situación se vive de distintas maneras según la situación concreta y de clase -utilizo el término de manera amplia- de las mujeres...Quienes se desangran sin certificado de defunción que de veras dé cuenta de lo que hicieron, en su desesperación, exponiendose en condiciones precarias, son las pobres. Quienes continúan con hipocresía ejerciendo trabas a los programas de salud reproductiva y objetando en el hospital público la ejecución de los casos no punibles y por otro lado facturan a las pudientes por practicar los abortos seguros en los consultorios privados, aprovechan esta inequidad que engrosa sus cuentas y las estadísticas, año a año.

Queremos que se legalice la interrupción del embarazo como queremos los anticonceptivos y la educación sexual. Porque queremos vivir.Queremos elegir si tener hijos o no, si tener sexo o no, como queremos tener derecho a trato respetuoso para parir, sin maltrato ni violencia institucional.
Pretendemos diseñar nuestros propios proyectos de vida sin que la maternidad sea una imposición, sino que se vincule al deseo, que es también es el de tener goce por nuestra sexualdiad, cuyo destino no sea inexorablemente un embarazo.
Los embarazos impuestos por un sistema de valores que adjudica a la mitad de la humanidad un rol fijo de acuerdo a propiedades naturales, son un cepo que lleva a muchas mujeres a arriesgar la vida en una decisión siempre conflictiva.
Queremos que lxs representantes en el Congreso, a partir de noviembre, traten con seriedad y sin dilatar más la discusión, en un marco de verdadera honestidad argumentativa, los proyectos en danza acerca del tema.

Como señala Estela Díaz, Coordinadora de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito : "Los proyectos que apuntan a aclarar las actuales excepciones del artículo 86 incisos 1 y 2 del Código Penal, que es ley en nuestro país desde el año 1921, no alcanzan a responder sobre la cuestión de fondo en este debate. No suponen ningún cambio significativo, ya que una leve modificación de redacción de estos incisos no garantiza su cumplimiento. Seguirá sucediendo, como en la actualidad, cuando se presenta un pedido de interrupción de un embarazo en los casos de peligro para la vida o salud de las mujeres o cuando fueron víctimas de una violación: las dilaciones del sector de Justicia o Salud van a operar de la misma manera, ya que quienes interfieren están en contra del cumplimiento de esta ley por más restrictiva que sea."

Marta Rosemberg afirmó que el aborto significa en un nivel profundo "la sustracción de la mujer a un mandato social, la de la maternidad impuesta."

Como mandato social - cuya violación las leyes expresan en penalizaciones-, la maternidad es un destino natural para las mujeres y todo desvío de ese destino natural es condenado y asociado a su opuesto, la muerte.


Siguiendo a Rosemberg: "Cuando en ocasión de un embarazo involuntario, se decide un aborto, surge en acto una conciencia crítica de los modos socialmente codificados de pensamiento y conducta, que subvierte los valores dominantes, ahora en crisis, abriendo espacios de posibilidad a nuevas posiciones subjetivas, en un nomadismo que no solo desplaza a las protagonistas de su situación de subordinación, sino que reformula el paisaje en el que transcurre la acción."

Y si se machaca con "la vida" reforzando la inexorabilidad de la naturaleza, Rosemberg utiliza un argumento clave: "Para que el hijo exista, el embrión –ese extraño- debe ser humanizado por el deseo de la mujer, que entonces sí, se vincula como madre con ese ser al que nombra hijo/a, parte del cuerpo propio y al mismo tiempo ajeno. La madre es aquella cuyo deseo hace del embrión/feto una persona. El vínculo no puede ser humanizado desde otro lugar: la bendición de la iglesia solo es eficaz mediatizada por una mujer que la pide y la cree. El deseo del Otro (sea el del genitor, la cultura ambiente del grupo social, el discurso médico de la fisiología sexual y su oferta tecnológica) debe pasar por la instancia de ser incorporado por el yo de la mujer que se asuma madre."

Podemos dar vida si la deseamos. Porque la deseamos. Y podemos no desearla porque se nos impone el rol de dar vida, y allí exponemos la nuestra.

Esta es la deuda para con las mujeres de una democracia que va madurando y profundizando derechos, pero a la que quema en las manos como un hierro caliente la cuestión de garantizar la libertad de dar la vida quitando las penalizaciones cuando se la ejerce optando por no continuar el embarazo. Así como también, estas imposiciones subyacentes de hoy pueden volverse opciones para las personas cuando se pueden establecer otros tratos entre varones y mujeres que puedan facilitar decisiones, dar cauce a los deseos, a las maternidades deseadas, a las relaciones amorosas entre pares.

Si no se legaliza el aborto, la maternidad seguirá siendo demasiadas veces una imposición dramática sobre nuestras posibilidades vitales, seguirá siendo una situación límite en la que nos veremos forzadas a la clandestinidad o a la hipocresía.

Sitios de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito:
http://abortolegalseguroygratuito.blogspot.com/
http://www.abortolegal.com.ar/

jueves, 22 de septiembre de 2011

PROSTITUCION ES VIOLENCIA

Historiando la trata en Argentina

El 23 de septiembre es el Día Internacional contra la Explotación Sexual y el Tráfico de Mujeres, Niñas y Niños instaurado por la Conferencia Mundial de la Coalición Contra el Tráfico de Personas en coordinación con la Conferencia de Mujeres que tuvo lugar en Dhaka, Bangladesh, en 1999. Se celebra una fecha argentina: la del 23 de setiembre de 1913, cuando fue promulgada la ley 9.143; la primera norma legal en el mundo contra la prostitución infantil, gracias al primer diputado socialista de América, el joven Alfredo Palacios.
La norma propuso reprimir la rufianería con penas de hasta quince años de prisión; implementa el delito de lenocinio (proxenetismo), primera ley tendiente a proteger a las víctimas de trata sexual, penalizando a sus responsables y colocando a la Argentina en la vanguardia legislativa de la época.

Para pensar con mayor detenimiento en ciertos debates alrededor del abolicionismo vs. reglamentarismo, para destacar la importancia de acabar con la publicidad del comercio sexual que es fomentar la esclavitud que sigue siendo un negocio incalculable en el mundo, las lecciones del pasado resuenan en horrores del presente y desafían los aspectos no suficientemente visualizados aún, o mirados de soslayo, en un gesto cómplice. Porque la prostitución, o sea, el acceso masculino por precio al cuerpo de las mujeres y niñxs es una manifestación del poder patriarcal tan antiguo como el dominio masculino en el mundo. Es una forma de ejercicio del poder del varón, configurando el lugar que asigna a las mujeres. Es violencia y es un negocio monstruoso. En cifras y lágrimas.

La nota de tapa de una edición de la excelente revista “Todo es Historia” de enero de 1996, “Tratantes, Prostitutas y Rufianes”, da cuenta del tema en nuestro país a partir del momento en que la importación de mujeres europeas con destino a los burdeles de Buenos Aires se intensificó, desde 1870. A mediados de la década la ciudad portuaria contaba con aproximadamente 200.000 habitantes y la prostitución era considerado un problema menor. Las autoridades municipales de entonces (tiempos de la Presidencia de Nicolás Avellaneda), ejercían un poder discrecional: si una mujer sospechada de ejercer el oficio podía ser arrestada o enviada a la frontera a servir a las necesidades de la tropa.
Pero la inmigración aumentaba y con ella, cada vez más, los extranjeros solteros. La búsqueda de una forma de control social que contuviera el desarrollo de las enfermedades venéreas llevó a la primera reglamentación sobre la prostitución. Una ordenanza de 1875, estipulaba que los cafés y confiterías donde existiera comercio sexual debían registrarse so pena de clausura. Estas casas de tolerancia debían estar alejadas –a no menos de dos cuadras – de templos, teatros o escuelas y debían ser regenteadas exclusivamente por mujeres (quienes debían tener un registro con los datos de quienes trabajan en las casas). Un médico de la Municipalidad inspeccionaría dos veces por semana a las prostitutas, anotando los datos en ese registro y elevando un parte oficial. Solamente en casos avanzados de sífilis las mujeres enfermas eran llevadas al hospital. La particular manera de registrar los estadíos de la enfermedad hizo que la gran mayoría de mujeres enfermas siguieran trabajando –al cuidado de la regenta- con lo cual la reglamentación fue absolutamente incapaz de impedir la propagación de las enfermedades.
Los hombres no eran sometidos a ningún control médico ni a vigilancia policial, ni sanos, ni enfermos.

Las prostitutas debían ser mayores de 18 años; a no ser que probaran que antes de esa edad se habían entregado a la prostitución, establecía el artículo 9 de la ordenanza en cuestión, en contradicción con el Código Civil que estipulaba la mayoría de edad a los 22 años. Las muchachas podían, de esa manera, ejercer el comercio sexual pero para casarse debían obtener autorización de los padres.
Las mujeres cargaron con el mayor peso represivo : la reglamentación les impedía abandonar el prostíbulo y el oficio – quedaban bajo la vigilancia policial “hasta que se comprobara el cambio en el género de vida”- y si pretendían emplearse, la reglamentación estipulaba que “todos los que a sabiendas admitieren en su casa particular o de negocio en calidad de inquilina, huésped, sirvienta u obrera a cualquier mujer que ejerciere la prostitución, pagará una multa de 1.000 m/c (…) Se considerarán sabedores los que permitan que una prostituta continúe en su casa tres días después de haber sido prevenidos por la autoridad (art. 24).” Por todo esto se dió una rotación de explotadas: las mujeres argentinas, españolas e italianas, que hasta el momento habían trabajado en los lupanares de la ciudad, prefirieron seguir haciéndolo en bares, cigarrerías y fondas. Y las extranjeras de países no latinos, prostitutas o no en su tierra natal, acabaran recluídas en las casas de tolerancia, desconocedoras de las leyes y el idioma. Tratantes y regentes de las casas autorizadas se enriquecieron con esta estructura; también los funcionarios coimeros. En 1876 había 35 prostíbulos autorizados, en los que según los registros, trabajaban 200 mujeres. De esa época datan denuncias de algunas víctimas que intentaron escapar de su encierro.
La metodología de los tratantes era engañar a muchachas húngaras, alemanas, eslavas, diciéndoles que irían a otro destino en Europa, y embarcándolas a Montevideo o Buenos Aires. Las desdichadas eran vendidas como esclavas a otros tratantes. Muchas de ellas eran judías de Europa central y Rusia que debido a la pobreza en la que se encontraban y a persecuciones religiosas que sufrían sus familias, eran vendidas a rufianes a cambio de la dote que éstas recibían. Como no existía el matrimonio civil, se fraguaba un matrimonio religioso entre la explotada y su explotador y ella finalmente trabajaba para él o para otro rufián. Así, la víctima no podía reclamar en el consulado de su país, porque al casarse con un extranjero perdía los derechos de su nacionalidad. Se estima que para 1878, cuando la Municipalidad había elevado el costo de la patente sustancialmente, el número de mujeres que trabajaba en forma clandestina había ascendido de las 200 en 1875, a unas 3.000.

La trata de mujeres no hubiera existido sin un puerto que las recibiera y una sociedad que las aceptara; tampoco sin el modelo de exclusión social y político que reinaba en Europa y que favorecía que integrantes de minorías étnicas o religiosas escaparan de un infierno para ingresar en otro. Por otro lado, “la hipocresía de una sociedad que desprecia y requiere al mismo tiempo –el juego del cliente y la ramera, dice José Luis Scarsi, autor del informe – justifica la existencia del comercio más denigrante para la humanidad”.

¿Hasta cuándo seguiremos, como sociedad, mirando para otro lado? ¿Cuándo podremos herir de muerte los valores profundos que sustentan la explotación de seres humanos bajo pretextos engañosos?¿Cuándo se terminará la clientela que reclama la oferta? ¿Cuándo dejarán los cuerpos de mujeres y niñxs de ser apropiados, vendidos, mutilados, maltratados en medio de la indiferencia de clientes y testigxs? La prostitución no es una opción “libre”. La prostitución es violencia sexista.

domingo, 11 de septiembre de 2011

NUESTRO 11 DE SEPTIEMBRE

NO OLVIDAMOS A SALVADOR ALLENDE

América Latina tiene heridas que no cicatrizan mientras persistan el olvido, el silencio, la injusticia. Desde el genocidio indígena, desde los nacimientos de las repúblicas divididas a gusto de los imperios, los sueños de emancipación por el que millones lucharon y dieron la vida, se fueron truncando. Aunque, a cada traición – la de los propios, las más dolorosas entre todas- resurgían las consignas de entre lxs muertxs, se recreaban los ejércitos locos, se iba desempolvando la historia no oficial para entender y subvertir el orden del hambre, de la entrega, de la vergüenza. Se tratase de Nicaragua, se tratase de Chile, se tratase de Méjico, se tratase de Guatemala, de Argentina, de Paraguay, las peleas por una libertad a vivir, no por un mero nombre, tiñeron de sangre insurrecta la tierra que pisamos. Versiones oficiales dieron cuenta de esos hombres y mujeres colocándolos en el rincón brumoso al que hay que ir a buscar las postas para las luchas de hoy. Ignoramos muchas cosas y todavía en la mochila de la memoria colectiva, la difamación de los vencedores encubre la grandeza de los Tupac Amarus, de los Artigas, de las Evitas, de los Sandinos, de los Zapatas, de los Peñalozas, de las Madres de los pañuelos, de los Guevaras, de los pueblos que resistieron las incontables invasiones de los marines o las ayudas criminales de la CIA listos para dar una mano a las minorías dominantes. Casi dos siglos siendo el “patio trasero” de la autodenominada “democracia” del mundo.


Un 11 de septiembre de 1973, el golpe militar de Pinochet ponía fin a una osadía, la de la Unión Popular y de su líder, Salvador Allende pretendiendo hacer un tránsito diferente al socialismo desde una democracia popular. El camino se nutría de tensiones y de las heterogeneidades inevitables – nuestras problemáticas, los dogmatismos, las relaciones de fuerza en pugna- y se abría por la capacidad convocante del hombre íntegro que trataba de ser fiel a las demandas de esa igualdad verdadera y de una democracia real que expresara la justicia social sin lucha armada.
Era demasiado atrevimiento para dejarlo intentar, y en el contexto de luchas populares en este Cono Sur, la situación se ponía cada vez más caliente. Latinoamérica visualizaba claramente su sujeción y emprendía caminos de liberación entre los cuales, por ejemplo, Chile se proponía a ser dueño de su cobre y también a dar forma a una Escuela Nacional Unificada: la integración y consolidación en un único tipo de establecimiento Unidades Escolares o Complejos Educacionales, de educación inicial, básica y media cuya administración estaría a cargo de consejos integrados por la dirección del establecimiento, profesores, personal auxiliar o paradocente y apoderados. El Sindicato Único de Trabajadores de la Educación sostenía la necesidad de esa reforma dentro de las políticas de transformación social que impulsaba el recientemente electo gobierno de la Unidad Popular en 1971. Un proyecto de ley fue discutido y demorado en el Congreso por diferencias en el texto final.

Mientras en 1973 bombardeaban La Moneda, se encarcelaba a miles de personas, se torturaba y se fusilaba el sueño, los restantes países hermanos se debatían sin poder unirse contra los verdugos que ya iban desangrándolos fronteras adentro y coordinando la represión militar con un Plan Cóndor que coordinaba la detención y el traslado de personas desaparecidas en una sociedad criminal uniformada.

Tras décadas de sometimiento y terror, tras el auge de gobiernos neoliberales que destrozaron lo que quedaba de las industrias o áreas estatales, al comenzar el siglo XXI se dice NO al ALCA y se emprende la construcción de un espacio regional fuerte materializado en UNASUR. Gobiernos populares y gobiernos indecisos pudieron parar el intento desestabilizador contra el Presidente indio Evo Morales y el desatado contra el Presidente ecuatoriano Rafael Correa, dado el inédito apoyo institucional de los gobiernos vecinos legítimos y firmes.

El “movimiento de los pingüinos” en 2006 fue un llamado de atención en relación con el contenido y la realidad de la educación chilena y además, sobre la acción política efectiva, la organización y la manera de democratizar un movimiento que despertó la conciencia de la ciudadanía. Se ganaron el respeto lxs estudiantes que demandan el fin del sistema educativo heredado de Pinochet. Probablemente están levantando de a poco, como no pudo lograrse antes, a una sociedad disciplinada por años de impunidad, de represión, de individualismo neoliberal como continuación de las atrocidades uniformadas.
Hoy estas generaciones nuevas demandan al socio defensor pinochetista que ocupa La Moneda por el voto popular, un sistema que garantice el derecho a la educación gratuita como piso central para una igualdad de oportunidades. El cobre chileno puede costearla.



Sacudiendo una inercia dolorosa, lxs estudiantes que son acompañadxs y apoyadxs por muchos sectores sindicales y políticos aparecen como una chispa que enciende un movimiento más poderoso y más grande - ¿será un deseo?- , que tal vez pueda retomar algo del sueño truncado en 1973. Con otras consignas y con otrxs modalidades.
Nosotrxs, desde esta tierra argentina en la que pudo hacerse justicia con los genocidas a pesar de tanto tiempo, en la que los cómplices civiles de la dictadura son denunciadxs y repudiadxs, en la que un pueblo se afirma cada vez más en los derechos que defendemos y vamos por más todavía, honramos la memoria de Salvador Allende.



Honramos su vida y su muerte por el sueño que es el de todxs, el de vivir la felicidad de hacer un poco de tantas justicias pendientes, “superando el momento gris y amargo donde la traición puede imponerse”.

martes, 6 de septiembre de 2011

VIOLENCIA SEXUAL EN CONTEXTOS REPRESIVOS : CRIMEN DE LESA HUMANIDAD

El documental “Lesa Humanidad” nació de un trabajo colectivo.
Los vejámenes a las mujeres durante la dictadura cívico militar - esa violencia de género que quedó invisibilizada en la Justicia bajo la figura de “tormentos agravados” merced al silencio y la censura que provocó la insistencia en la teoría de los dos demonios, entre otras cosas-, fueron abordados con coraje en el marco del programa “Violencias de género en contextos represivos” de la Secretaría de DDHH de Córdoba, a cargo de Dinora Gebenini.

Desde hace un año y medio el Programa ha convocando mujeres militantes de esos años que realizaron talleres de reflexión sobre militancia y género, militancia y maternidad y violencia sexual. Este documental, dirigido por Luis Ponce, es producto de una parte de esta experiencia que sigue en curso. Una primera etapa en la investigación produjo este material impactante y necesario que se está difundiendo - en Buenos Aires fue presentado el 1/9 en el Espacio para la Memoria sobre el Terrorismo de Estado, (ex ESMA)- para visibilizar y hacer oír este reclamo de justicia. Por eso incluye una declaración pública solicitando que los vejámenes sexuales sean considerados delitos de lesa humanidad porque la legislación argentina los tipifica como de instancia privada.

Dinora Gebenini es además una gran docente en la Escuela Sociopolítica de Género que compartimos con varias compañeras, mujeres diversas que somos compañeras de estudio y de militancias múltiples en la búsqueda de erradicar las violencias de género y el logro de los actos de justicia posibles. Por esto el sábado pasado compartimos el documental que nos conmovió y nos compromete a difundirlo y hacer oír lo que desde hace demasiado tiempo ha sido inaudible.

Necesitamos organizarnos y apoyarnos desde los grupos de mujeres, el Estado, una nueva educación, las organizaciones sociales, y también desde los mensajes de los medios, que proponemos cambiar sustancialmente si pretendemos terminar con las construcciones de la inferioridad de la mujer que la vuelven blanco de todo tipo de violencias.
"Lesa Humanidad" presenta los testimonios de cuatro de las alrededor de 40 mujeres que están participando del Programa y que ahora, en el contexto presente, puede tener otra escucha y efectos en nuestra sociedad.

El Centro de Estudios Legales y Sociales (Cels), querellante en la causa que juzga los crímenes ocurridos en la ex ESMA,reclamó en su alegato que las violaciones sean consideradas crímenes de lesa humanidad. Y en Tucumán también -delitos ocurridos en el penal de Villa Urquiza- así como en Córdoba, el año pasado, aunque solo se formalizó una denuncia.

Las mujeres denunciaron violaciones y agresiones sexuales ante la Conadep y María Sondereguer -Directora Nacional en Formación en DDHH- realizó una investigación sobre aquellas declaraciones de las mujeres. En aquel momento sus testimonios no fueron tomadas en cuenta. Sondereguer afirmó en una entrevista publicada en Página 12 en enero de este año que "en los testimonios que hemos recabado en la investigación, por fuera de los tribunales, y en muchos casos en conversaciones muy privadas y en un clima de confianza personal, casi todas las mujeres que estuvieron detenidas en los campos clandestinos de detención reconocen haber sufrido alguna forma de violencia sexual: desnudez forzada, manoseos de carácter sexual, penetración con objetos, picana en los pechos y genitales, violaciones sexuales".

El mecanismo judicial no estaba preparado y en la sociedad, hubo resistencia a considerar este crimen:la violencia estaba y aún está naturalizada. Muchas víctimas no han querido hablar con su familia para no aumentar el daño. Para Dinora, Coordinadora del Programa y militante también, no hubo receptividad."A medida que van cambiando las condiciones y que el estado forma parte de una política activa de defensa de los derechos humanos sin duda genera más seguridad y se van abriendo otros problemas como éste que salió a la luz." sostuvo en una entrevista publicada en Prensared.


En cuanto al hecho de que en los centros clandestinos los hombres también fueron agredidos, Dinora señala un objetivo distinto : "En las mujeres está naturalizada la violencia sexual y se la considera como algo “normal”. Hay un menoscabo físico, corporal y psicológico que daña, pero la mujer sigue sintiéndose mujer. En el caso de los hombres, es de otra naturaleza porque la agresión busca despojarlo de su identidad masculina. Son dos contenidos diferentes. Incluso, algunas mujeres plantean que fueron violadas -en muchos casos frente a sus maridos o compañeros- como un mensaje o un acto dirigido a los varones."

Hoy vivimos otro contexto. El 12 de abril del año pasado, el Tribunal Oral Federal de Santa Fe consideró que el ejercicio de la violencia sexual hacia las víctimas del terrorismo de Estado, cometido en el marco de la represión ilegal llevada adelante durante la dictadura en los centros clandestinos de detención, debe ser considerado como un delito de lesa humanidad.

Es necesario seguir pujando para visibilizar estas atrocidades que desbordan las figuras jurídicas que hasta el momento obligaron a la denuncia de las víctimas. Y no pueden considerarse por más tiempo como "tormentos agravados".
Nuestro presente de violencias y de impunidades, de violencias sexistas, de violencias simbólicas, nos hace cargo a todas y a todos de conectar con ese pasado que no cicatriza - nunca lo haría- mientras no podamos hacer las tareas de justicia a nuestro alcance, cimentando solidaridades que no permitan que este horror vuelva a suceder. Sucede, de alguna manera, una y otra vez, en la indiferencia y el ocultamiento de los crímenes perpetrados contra esas mujeres que salieron de sus roles y fueron por esa osadía, tan cruelmente castigadas. Y sucede en la banalización de la violencia de hoy contra otras víctimas, que pueblan las noticias policiales,en una otra continuación de aquéllas. Que las trampas de los formalismos no persistan silenciando, permitiendo,borrando, disculpando, absolviendo...

viernes, 2 de septiembre de 2011

La manipulación que hace ver y no ver


Los medios van a pagar caro el manejo del caso de Candela, la chiquita que hallaron muerta ayer. La utilización política del caso, inescrupulosa, interesada, morbosa...Los personajes que intervinieron, las sensibilidades exaltadas, las resonancias blumberguianas, ay, ¿cómo no sentir horror, no solamente por lo ocurrido con esa criatura sino por su revictimización en tanta impostación y del uso asqueroso de su drama?

Máquinas de dominación, etiquetando, los discursos reduccionistas de los medios trazan la línea de lo que nos indigna y nos conmueve, de aquello que pasa desapercibido, de todo lo que no se ve, de dolores incontables con los cuales no sentimos empatía...

Chiquitxs sacrificadxs entre tanta hipocresía.

Buitres detrás de escritorios y cámaras. Lágrimas masivas y letales indiferencias.

Lo ocurrido en Corrientes engrosa la lista de esas impunidades que se entretejen gracias a los dispositivos que exacerban el morbo y hacen creer que se sabe y que se ve al mismo tiempo que se oculta y se silencia lo que hace morir...una cadena infame de negligencias y violencias toleradas, que matan.



Un hombre que fue denunciado, que había agredido a uno de los hijos de Zunilda a martillazos, pudo asesinar a otros tres chiquitos, en lo que configura un feminicidio derivado (el que se perpetra contra alguien ligado a la mujer a la que se quiere dañar). Cabe preguntarse, ¿cuál fue al actuación de las autoridades ante las cuales la madre de esas criaturas presentó la denuncia correspondiente?¿qué tipo de intervención se realiza normalmente en estos casos de violencia familiar? ¿Cómo serían las manifestaciones de dolor y empatía si se supieran los detalles de esta tragedia? ¿Qué clase de reclamos habría que hacer ante los funcionarios que ahora, cuando ocurrió lo irreparable, prometen asistencia psicológica a Zunilda y al chiquito que sobrevivió por haber recibido un martillazo a manos del asesino previamente y a causa de eso, no estuvo con lxs hermanitxs masacradxs a manos del violento, que nunca fue detenido?

Pasa que...la cobertura fue ínfima. Unos centímetros en la edición de ayer, 31 de agosto, en Página 12, y las de los medios locales correntinos.

¿Cuándo nos enfocaremos lo que nos hace ver y no ver? ¿Y porqué, al servicio de qué y de quiénes es tan sesgada la mirada y la sensibilidad?