Por eso, sin ESI (Educación Sexual Integral) no temrinaremos con la violencia hacia las mujeres.
Sin politicas públicas que además no nos traten como un grupo vulnerable por definición, tampoco.
Si hay pobreza, quedamos más expuestas no por ser intrínsecamente débiles sino porque el acceso a oportunidades se restringe y la carga de la doble jornada o el cuidado de otros nos condiciona.
No puede haber entonces políticas de equidad para lsa mujeres en un contexto de injusticia, represión y violencia sexista.
No hay tampoco equidad si por el género se tolera violencia hacia personas por su identidad disidente. Es la misma violencia patriarcal y heterosexista la que asesina aunque las visibilidades sociales sean otras.
No hay justicia si todavía nuestra palabra no vale ni hay perspectiva feminista en la producción de conocimiento.
Collage de Irina Churruarin |
Invisibilizar luchas de quienes nos precedieron hace el juego a estas violencias.
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