Tiempos duros estos de poner el cuerpo y poner fuerza para no sucumbir ni marearse con esas trompadas morales de las que hablaba un actor con las que te despertás y te desayunás, sin respiro, desde que el macrismo llegó a la Rosada.
Cuántas palabras se quedaron sin escribir en este pequeño espacio para decir no a lo injusto, como la constante violencia institucional, la imperturbable política de hambre y de hipoteca de nuestro futuro en una deuda externa que no cesa de crecer. Y que no va sino a los negocios de siempre, bien conocidos, de banqueros y de funcionarixs que sin atragantarse insisten con la persecución judicial y el linchamiento mediático de toda oposición. El Presidente y su entorno, salpicados por cuanto desfalco y estafa sale a la luz - ¿y cuánto no sabemos todavía? - se solazan con papelones diarios y desfiles militares. Con la férrea defensa de prácticamente todos los medios masivos, se ríen en la cara hasta de la fecha patria porque tras poner como garantía de deuda por decreto los recursos naturales, saquear lso fondos de las jubilaciones, fundir la industria y perdonarse la deuda del Correo por decir nada más dos o tres episodios, equivocarse en una fecha o no saber qué decir en un brindis con un mandatario extranjero, es apenas un detalle de color.
En el año electoral y mientras nos estamos aferrando a la defensa de lo que es nuestro, el Estado, la tierra, los derechos adquiridos, y hasta la vida misma para quienes mientras escribo duermen en la calle o van a comer a algún lugar solidario, la posibilidad de que Cristina F. de Kirchner regrese encabezando una lista en la Provincia de Buenos Aires agita las aguas. Hay quienes resisten dentro del peronismo su candidatura y vienen desde hace tiempo, disputando la representación del espacio que hasta diciembre de 2015 significó la barrera de contención para la avalancha reaccionaria y vengativa que estamos sufriendo. Esa que destroza cada medida acertada a favor del pueblo, esa que cercena nuestro derecho a protestar por los despidos y la destrucción de la educación pública o la prisión injusta de Milagro Sala, que cumple 500 días de secuestro en una Jujuy impresentable. CFK era esa barrera contra el macrismo que ha podido captar y cooptar bajo eufemismos de gobernabilidad, la voluntad de senadores y diputadxs que no dudaron en votar el pago infame a los fondos buitre. La misma reacción vestida ahora de nuevos modos y tretas, presiona como los apropiadores mafiosos de Papel Prensa lo venuan haciendo con cada gobierno democrático hasta que llegó Néstor Kirchner y los esrachó en uno de sus primeros discursos. No todo dirigente político está a la altura de la responsabilidad histórica de la que habló Cristina en la esperada entrevista del jueves pasado.
En el programa Marca de Radio, en charla con Eduardo Aliverti, fue el maestro Horacio Gonzalez quien a mi juicio, mejor definió lo que significa este momento crucial para el campo popular, para ese movimiento que suele tener distntos liderazgos, y que si bien se sostiene en estructuras partidarias complejas -entre otras cosas por necesidad de reproducirse a sí mismas cristalizándose, anquilosándose - excede ampliamente las mismas.Ese movimiento tiene una líder indiscutible que paradójicamente, está dentor y afuera a la vez, del sistema político tal como lo solemos pensar. La política, sabemos ya, es más que eso.
Y quienes hablan de ganar,el asunto crucial es el para qué.
CFK habló de ese para qué, y de tal responsabilidad de la representación política.
Dijo H. Gonzalez por eso> "Si no estuviera ella todos los demás serían absorbibles por el macrismo"
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