Perspectiva Feminista

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jueves, 17 de abril de 2014

Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas...


En aquel tiempo Jesús habló diciendo:¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que pagáis el diezmo de la menta, del aneto y del comino, y descuidáis lo más importante de la Ley: la justicia, la misericordia y la fe! Esto es lo que había que practicar, aunque sin descuidar aquello. ¡Guías ciegos, que coláis el mosquito y os tragáis el camello! hipócritas, que purificáis por fuera la copa y el plato, mientras por dentro están llenos de rapiña e intemperancia! ¡Fariseo ciego, purifica primero por dentro la copa, para que también por fuera quede pura!
Mateo 23, 23,26


El pasado viernes 11 de abril, el Papa argentino pidió perdón por los abusos sexuales a niños cometidos por sacerdotes, y dijo que la Iglesia no dará ningún "paso atrás" al abordar esta cuestión. Francisco interrumpió un discurso que tenía preparado para improvisar algunas palabras en las que pidió perdón por el mal perpetrado por sacerdotes a niños.
"Me siento interpelado a hacerme cargo de todo el mal que algunos sacerdotes, bastantes, bastantes en número, no en comparación con la totalidad (han hecho). (Quiero) hacerme cargo de pedir perdón del daño que han hecho por los abusos sexuales de los niños", afirmó el papa en español.

Como el encubrimiento ha sido una política sistemática de la institución, es difícil saber si las declaraciones de Bergoglio significarán un cambio de conducta y un aporte a la justicia y la reparación de estos crímenes. No sabemos tampoco, cuántos abusadores permanecen protegidos sin denuncias en su contra.
Desde la sanción de la que se conoce como “Ley Piazza”, se ampliaron los plazos de prescripción de los delitos contra la integridad sexual de menores de edad, los cuales comienzan a regir recién cuando quien ha sido víctima ha cumplido 18 años.

La denuncia de la ONU

El 7 de febrero de este año, el Comité de la ONU sobre los Derechos del Niño denunció al Vaticano por no haber reconocido nunca “la amplitud de los crímenes” de abuso sexual contra niños y niñas por parte de sacerdotes y de llevar a cabo “políticas y prácticas que llevaron a la continuación de abusos y a la impunidad de los responsables”.
Pedro Paradiso Sottile, Coordinador del Área Jurídica de la CHA destacó en ese momento la importancia de la condena de Naciones Unidas al Vaticano y el impacto de la misma para el mundo y para las víctimas, porque “ no basta con aumentar las sanciones a los sacerdotes y monjas que cometieron el delito de abuso sexual, hay que terminar con el encubrimiento y el silencio de la Iglesia, con los traslados cómplices, con la falta de denuncias y de las acciones que históricamente han llevado a la impunidad de estos/as abusadores/as.”
En 2013, la ONU había solicitado al Vaticano un informe “detallado” sobre todos los casos de abusos sexuales a menores “cometidos por miembros del clero, hermanos y monjas o que hayan sido presentados ante la Santa Sede”.

Como ha sido denunciado desde la CHA tanto como desde otros movimientos sociales,la política vaticana y la conducta de los obispos ha consistido en la complicidad y el ocultamiento de los abusos de menores realizados por sacerdotes. Los acusados fueron, en el peor de los casos, trasladados a otros lugares donde continuaron con sus abusos. El caso de Julio César Grassi, condenado a 15 años de prisión por pedofilia, es un ejemplo: el cura no fue sancionado por la Iglesia. Es más: el Obispado de Morón solicitó a los jueces del tribunal que lo condenaron su trasladado a la quinta ”La Blanquita” de Hurlingham lo que le permitió seguir ejerciendo su ministerio dando misa.

¿Cuáles son las medidas concretas a tono con las declaraciones papales en relación al abuso de niñas y niños perpetrado por sacerdotes? ¿Cuántos recursos y poder residen del lado de los denunciados y del lado de las víctimas y denunciantes?

En noviembre de 2013, el Obispo de Goya, Ricardo Faifer, confirmó que pagó la fianza que dejó en libertad al sacerdote Domingo Pacheco, que estaba preso desde el año 2011 aportando el título de propiedad de una camioneta perteneciente al obispado para cubrir la caución de 50.000 pesos (8.300 dólares) reclamada por la justicia. Pacheco había sido acusado de abusar de Osvaldo Ramírez, quien lo denunció por el hecho perpetrado hace 8 años en la ciudad de Esquina. Posteriormente, en diciembre de 2013 el Tribunal Oral absolvió al cura por unanimidad. La monja Martha Pelloni declaró públicamente sentir “vergüenza” por este fallo.

El caso Illaraz

En septiembre de 2012, la primera de las víctimas del cura Justo José Illaraz, quien abusó de más de 50 niños en el Seminario Menor de Paraná mientras estuvo allí entre 1984 y 1992, prestó declaración ante el Fiscal de Cámara Rafael Cotorruelo, durante más de dos horas> La investigación fue abierta por el Procurador General de Entre Ríos Jorge Amílcar García. Con reserva de identidad, este testigo reconoció que “entre los años 2012 y 2013, después de tanta angustia, dolor, miedos, inseguridades e incomprensiones, comienza a correr en mí una esperanza de armonía, equilibrio, coherencia y paz interior.” Agradeció a todxs aquellxs que "de alguna manera están haciendo lo posible para traer un poco de paz a mi vida y la de mis compañeros, sometidos también a estos hechos”.
Realizada en el juzgado de Paraná, la declaración pertenece a un hombre que dbe recurrir al anonimato. Pero en el momento de los hechos, era uno de los tantos chicos que estuvo en el Seminario Menor, un colegio secundario desde donde se tiene la opción de seguir el sacerdocio. Uno de tantos chicos frágiles, atropellados en su inocencia, puestos por la confianza de los padres en manos de una institución que supuestamente debía orientarlos en la fe, “con alguna esperanza en una vocación sacerdotal” – según el declarante- y que se encontraron “con el peor de los hechos: abusos a niños, corrupción descontrolada.”

En su extenso testimonio, este joven declaró que Ilarraz siempre utilizaba el mismo mecanismo para su esquema perverso, observando las personalidades de cada uno de los chicos, sus angustias y ansiedades, para ir acercándose y darles ‘su amor’. Cada noche, cuando se apagaban las luces del pabellón del Seminario, el cura esperaba unos minutos y comenzaba a caminar por entre las camas. Cuando escuchaba algún lloriqueo silencioso se aproximaba, se sentaba a su lado, le acariciaba la cabeza y la mayoría de las veces terminaba ingresando a su cama para consolarlo. "Ese consuelo significaba mimarlo, tocarlo y besarlo en la boca. Y casi todas las noches se llevaba a su habitación al chico más angustiado, para que se quedara a dormir con él y al otro día lo devolvía a su actividad normal”

Según este testimonio, los abusos también tuvieron lugar en campamentos que se hacían en zonas cercanas al establecimiento o en Córdoba, cuando entre mediados de enero y febrero, se instalaban en el Hogar Preventorio de las Hermanas de San Camilo de Lellis, en Molinari, en pleno Valle de Punilla. El cura los obligaba a disponer de una libretita, para "anotar los pecados" y tenían la obligación de mostrárselo semanalmente, para una especie de monitoreo. Tras ello, había premios y castigos. "El estímulo mayor era partir con él rumbo a Europa. Chicos de su estrecha confianza, tras ser elegidos y abusados, conocieron Italia, Rumania, España o Grecia de la mano del cura Justo José Ilarraz".
La declaración completa fue publicada por el semanario Análisis Digital.

El abogado querellante Milton Urrutia, quien también pasó por el Seminario, relató que las celebraciones que daba en la capilla apensas duraban 15 minutos y que nunca daba un sermón. En su oficina, durante los años 80, en plena hiperinflación, había un stock de chacinados, quesos, golosinas y chocolates, para convidar a los chicos, algunos de los cuales tenían la llave de su habitación.

Las víctimas de Illaraz y de la cadena de encubrimiento de la jerarquía eclesiástica desafían el manto de silencio, las caras coberturas, los traslados para evitar escándalos. Mientras los abusadores y pedófilos cuentan con una estructura capaz de pagar caros estudios de abogados y fianzas y además, manejan los mecanismos más sutiles para difamar a denunciantes y amedrentar con sospechas hacia las víctimas, las personas agredidas se presentan ante la justicia después de casi treinta años a relatar un infierno. Este caso comenzó a ser visualizado e investigado para la opinión pública recientemente gracias a denuncias periodísticas, pero en el medio paranaense y entrerriano, al menos, se sabía.

Quien escribe mantuvo una charla con un ex seminarista que durante aquellos años estaba en el Seminario Mayor y me habló de otras torturas y del peso de personajes vinculados con la legitimación del terrorismo de estado. Volviendo al caso de Illaraz, debe destacarse que existió una investigación diocesana - porque el sacerdote fue denunciado por seminaristas en su momento - pero los resultados fueron mantenidos por la curia en secreto hasta que el escándalo estalló en los medios de comunicación. La denuncia y posterior investigación diocesana a cargo del ex arzobispo de Paraná Estalislao Karlic, debió haber sido girada a las autoridades judiciales. Karlic, cuya carrera en el Episcopado argentino iba en ascenso, sucedió en su cargo a Monseñor Tortolo, el confesor de Videla y apologista de las desapariciones.

Todos sabían

En septiembre de 2010, ocho sacerdotes firmaron una carta dirigida al entonces Arzobispo de Paraná, Mario Maulión, exigiendo a la jerarquía eclesiástica que hiciera la denuncia ante la justicia entrerriana por los hechos de corrupción de menores en el establecimiento.No fueron escuchados. Maullón se jubiló a los pocos meses y fue reemplazado por monseñor Juan Puíggari quien fuera prefecto del Seminario Mayor entre 1984 y 1993 y que no desconocía los hechos: fue él ante quien se presentó la primera denuncia por abuso de menores en el establecimiento. Entre otras cosas, decían los sacerdotes:
"Nuestra preocupación es doble. Por un lado, el hecho de que el padre Ilarraz continúe ejerciendo el ministerio sacerdotal, sin que se le haya aplicado ninguna sanción canónica ni haya sido convenientemente investigado y juzgado por la autoridad civil. Es un hecho que quien padece pedofilia puede cambiar solo con mucha dificultad. En todo caso -se agregaba- es una imprudencia y así lo confirma la praxis actual de la Iglesia, que siga ejerciendo el ministerio y estando en contacto con fieles, con los cuales puede volver a ocurrir lo mismo que aquí en Paraná". Los sacerdotes recordaron "las rotundas afirmaciones de Benedicto XVI en su viaje a los Estados Unidos, al decir que no hay lugar en el sacerdocio ni en la vida religiosa, para quienes dañan a los jóvenes".Expresaron su preocupación por "el hecho de que el silencio de las autoridades eclesiásticas sea interpretado por nuestra feligresía como un acto de encubrimiento o complicidad. Creemos que tarde o temprano el caso va a salir a la luz y tememos por el impacto negativo que pudiera tener para la fe de nuestros creyentes y la confianza que depositan en nosotros. Nos parece que prolongar el silencio, a la larga, pueda dañar mucho más la imagen de la Iglesia en Paraná, que reconocer los sucesos y nuestra parte de responsabilidades en los mismos".

Uno de los firmantes, el sacerdote Juan Carlos Wendler, dejó por un año el sacerdocio, a días de la publicación de la condena mediática del mismísimo Illaraz a la pedofilia, en diciembre pasado.

Cuando la verdad comienzó a conocerse a pesar de todo, Illaraz se encontraba en la provincia de Tucumán, en el barrio Ñunorco de Monteros.El Centro Judicial local inició una investigación sobre el sacerdote pero no se registraron denuncias allí y no se lo pudo llamar a declarar. Según el fiscal, la gente “se había llamado a silencio, por miedo”.
A fines de noviembre del año pasado, el Superior Tribunal de Justicia anuló la resolución que declaraba la prescripción (según el voto de los vocales Hugo Daniel Perotti y Miguel Ángel Giorgio, al hacer lugar al planteo del procurador general Jorge Amílcar García, quien demostró que fueron siete las denuncias que se le imputaron al sacerdote. La Sala I de la Cámara Penal solo emitió opinión sobre dos y evitó abrir juicio sobre las cinco restantes. La procuración y la querella sostuvieron que resultaba injusto que se cierre la causa Ilarraz por dos hechos sin investigar los cincos restantes y la Sala Penal hizo lugar al planteo, desestimándose así los argumentos de los abogados de Ilarraz, Juan Angel Fornerón y Jorge Muñoz quienes habían atacado la decisión del juez de Instrucción Alejandro Grippo de rechazar la prescripción -en abril del 2013- del delito de Promoción a la corrupción de menores agravada. Los camaristas fueron favorables a los abogados de Illaraz, su decisión conmocionó a Entre Ríos y motivó otra carta, de las víctimas al Papa. Luego el STJ entrerriano anuló la resolución. Además de las 7 víctimas que ya declararon y denunciaron al cura, otros 40 ex seminaristas que están esperando que el expediente siga su curso para realizar sus propias denuncias.

La justicia negó permiso para salir del país al cura Illaraz. Pero fuera de eso no parece tener muchos miedos ni problemas para hacer declaraciones. El 8 de diciembre pasado, el periódico Perfil publicó una entrevista vía mail donde el cura, que sigue en Tucumán, respondió preguntas aunque no se arreglo que no se le repreguntara nada. Dice su abogado que se protege del "acoso periodístico". Como se ha señalado, la justicia prosigue la investigación gracias a lo establecido por la Ley Piazza, que toma en cuenta justamente la edad y la situación de las víctimas, habilitando las denuncias cuando son adultas; estos delitos no han prescripto. De todas maneras, los pasos adelante dependen de vairas instancias, la Cámara, el Superior Tribunal de Justicia, pero también de la difusión de estos mecanismos de compicidad y silencio en la sociedad, además de gestos de los cuadros políticos, empezando por el más alto de ellos, de la mismísima iglesia católica. El Tribunal Interdiocesano de Santa Fe, con jurisdicción sobre la diócesis de Paraná, está llevando adelante una investigación, a modo de instrucción, sobre una víctima que declaró en la Justicia de Entre Ríos por el caso de abuso perpetrado por Illaraz y la documentación que se reúna será enviada a Roma, a pedido de Bergolio.

Es en la justicia civil donde se establece el delito, la pena y lo que hace posible algún tipo de reparación, en el sentido de esa paz de la que hablan las víctimas, pero a nivel de la institución religiosa, las medidas a tomar y los gestos, permanentemente ambiguos, se corresponden con las marchas y contramarchas de aquellos tribunales en los que la influencia clerical incide en en demasía en las interpretaciones de normas vigentes más allá de que seamos o no católicxs.

Ay de vosotros!dijo Jesús de Nazareth...En el reportaje, Illaraz sostuvo su inocencia de los cargos y además, aseguró que “cualquier tipo de abuso es una aberración. Pero mucho más cuando hablamos de menores y más aún cuando nos referimos a un educador o a un religioso. Ninguno, en sus cabales normales, podrá decir una cosa contraria. Es un delito aberrante.”




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