Una vez en el gobierno, M. Macri desconoce toda institucionalidad democrática y arremete contra la Procuradora General, contra la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, rehace Ministerios retrotrayendo la situación y el presupuesto educativo a la década del noventa, y ayer, en el colmo del desprecio por la Constitución y la división de poderes, designa dos jueces para la Corte Suprema de la Nación.
En todo el país se registraron movilizaciones en defensa de la Ley de Medios, lo que implica también defender el derecho a la pluralidad de canales y perspectivas para todxs y todas. Esa disponilibidad hace al juicio crítico y a la toma de decisiones con la información completa. Si no te gusta una versión, no comprás ese diario o no mirás ese canal, y comprás otro o mirás otro: para eso la oferta debe ser variada. Es tan básico como crucial comprender lo que se juega aquí, y hace a la base sobre la que ejercemos muchos otros derechos.
El macrismo tuvo en estos largos años la mayoría de los medios escritos y audiovisuales a favor - en realidad, ellos sostuvieron al candidato, ellos trabajaron sistemáticamente en contra del kirchnerismo- y ahora busca anular toda voz crítica o disidente. La presencia de camiones hidrantes de la policía en la concentración de ayer, la represión de hace unos días en Vicente López a militantes del FPV, los ataques cibernéticos a la web de Página/12, la persecución política a empleados estatales, son indicios serios y gravísimos de lo que se proponen instaurar.
Llegaron al gobierno con los votos y el discurso publicitario -no político- para deshacer en días y mediante decretos de necesidad y urgencia las conquistas más importantes para la convivencia democrática. Y arrasar sin anestesia con los nuevos derechos reconocidos a millones de compatriotas que justamente, no pensamos lo mismo ni sentimos de la misma manera, y en esa pluralidad, gracias a ella, podemos convivir y compartir un mismo país.
Eso es la democracia, justamente.
Pasar por alto esto es gravísimo, y nos retrotrae no a la Argentina de hace doce años, sino a los tiempos más siniestros y oscuros.
Ese respeto hemos tenido, con idas y vueltas, en estos treinta y tres años de democracia, para no repetir los horrores de la violencia política. Probablemente muchxs lo fueron dando por sentado; se fue banalizando para rifarlo, lenta pero eficazmente con el dejar hacer a las corporaciones mediáticas. Muchxs argentinxs que no advirtieron lo que significaba la mentira sistemática porque no les gustaba un estilo, estilo que dibujaban a partir de tapas y zócalos televisivos permanentes que no guardaron el más mínimo respeto hacia la investidura presidencial ni de Néstor Kirchner ni de Cristina Fernández de Kirchner, ahora pueden quedarse sin posibilidad de tener medios que reflejen sus quejas en el futuro inmediato, cuando el bolsillo apriete. Esa impunidad mediática que ahora busca no tener ninguna competencia está cebada además contra la movilización popular; en estos años de política y participación masiva y popular, de organización, de autoconvocatorias, no sólo no respetó sino que demonizó a la militancia. Al descuidar esta operatoria quienes se alegraron de la virulencia no avizoraron el descuido de todo lo que acarreaba la obstrucción de una ley sancionada por mayoría hace seis años, como la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, en relación a la elemental libertad de expresión.
¿Cuándo hubo un gobierno democrático sin medios críticos ni controles institucionales?
¿Es democrático un gobierno que banaliza el imperio de la Constitución Nacional?
En los años recientes de gestión kirchnerista, la verdadera oposición fue la mediática. Al eludir la aplicación plena de la Ley de Medios, el monopolio mediático- el verdadero poder que se remonta a la complicidad con el terrorismo de Estado- continuó con la campaña sistemática de desprestigio, precisamente porque desde el gobierno k se respetó a rajatabla la libertad de expresión y la ley tanto como los fallos aviesos de jueces permeables a las presiones. Desde la institucionalidad y desde la corrección de los actos de gobierno - por la cual muchxs argentinxs críticxs del kirchnerismo sin embargo confluyeron en la necesidad de democratizar el acceso a la información- se jugó en inferioridad de condiciones contra la fuerza de flagrantes mentiras sistemáticas nunca desmentidas. Y así el accionar extorsivo de la concentración mediática logró poner en funciones a gente que está demostrando, a días de asumir, que no tiene el más mínimo respeto ni por el funcionamiento democrático, ni por la división de poderes, ni por la libertad de expresión. El verdadero poder habla en esas medidas que prococan estupor y sorpresa, que son mucho más que desprolijidades o "errores".
Para quienes no son poderosos y votaron amarillo...bueno: la nube de humo se dispersa y los globos se pinchan cuando a la zanahoria que mostraron en campaña a tanto crédulx olvidadizx, se la cambia ahora por impuestazos y el sinceramiento cínico. Sinceramiento brutal de que este gobierno plagado de funcionarios procesados y gerentes, sólo responde a los intereses de quienes siempre lo tuvieron todo y no pueden seguir teniendo todo sin quitar ingresos libertades y derechos a las mayorías.
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