Perspectiva Feminista

Perspectiva Feminista
Un espacio de debate, lectura, formación

martes, 31 de julio de 2018

Carta Abierta al Senado de Perla Prigoshin


CARTA ABIERTA AL SENADO DE LA NACIÓN



Buenos Aires, Julio 30 de 2018.-


Señoras y Señores Senadores Nacionales:

Me dirijo a ustedes con la intención de compartir algunas reflexiones sobre la cuestión que próximamente deberá debatir la Cámara en el recinto, cual es el proyecto de legalización de la interrupción voluntaria del embarazo.
Lo hago desde mis vivencias personales, mi experiencia profesional, y mi pertenencia al movimiento feminista al cual decidí sumarme cuando siendo muy joven, jovencísima, tuve que atravesar la dolorosa situación de interrumpir un embarazo producto de una violación. A partir de ese aborto, con la intención de resignificar mi vida, busqué una herramienta que resultase útil para tratar de evitar que otras mujeres tuviesen que pasar por la terrible experiencia de verse inmersas en las condiciones de prohibición o clandestinidad determinadas por la penalización jurídica y su correlato de condena moral que pesaban sobre la mayoría de las prácticas vinculadas con nuestra salud sexual, reproductiva y no reproductiva.
Es por lo dicho que elegí la carrera de abogacía y, desde que obtuve el diploma, ya sea en el ejercicio privado de la profesión o en el ámbito público como asesora de legisladores y legisladoras de la Ciudad de Buenos Aires, de la Nación o desarrollando diversas tareas en el Poder Ejecutivo Nacional, he defendido los derechos de mis congéneres teniendo en la mira mi objetivo originario.
En ese recorrido existieron mojones que me confirmaron en el camino elegido: entre ellos, la redacción de la Ley 1044/2003 de la Ciudad de Buenos Aires sobre interrupción de embarazos de fetos inviables; la elaboración del dictamen consensuado que devino en la Ley Nacional 26.130/2006 de contracepción quirúrgica; y la coordinación del proceso reglamentario de la Ley 26.485/2009 de Protección Integral para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia Contra las Mujeres. Pero previo a lo relatado ocurrió un hecho que hizo emerger con brutal intensidad lo vivido en ocasión del aborto que definió mi elección profesional.

Corría el año 2000 cuando llegó a mi estudio un matrimonio que, tras más de una década de búsqueda, había concretado el deseo de estar esperando un/a hijo/a. Sin embargo la felicidad terminó abruptamente cuando, a las pocas semanas de gestación, se enteraron por una ecografía que Silvia Tanus estaba embarazada de un feto anencefálico.

Llevar en el cuerpo una vida destinada a la muerte, sentirse el ataúd del hijx tan anheladx, hizo que Silvia pidiese, casi rogase, a las autoridades de la Maternidad Ramón Sardá que le interrumpieran el embarazo. El pedido fue desoído so pretexto de la ilegalidad de la práctica, por lo que decidí acompañar a mi congénere en el recorrido judicial que se había tornado indispensable para terminar con la tortura en que se había convertido ese embarazo.

No voy a abundar en detalles respecto al trámite del expediente, que fue complejo y transitó por distintas instancias hasta que la Corte Suprema de Justicia de la Nación le dio la razón a mi patrocinada y ordenó que se realizara la interrupción de la gestación, sentando jurisprudencia respecto de los embarazos de fetos inviables (TANUS SILVIA c/ Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires s/amparo, CSJN, 11 de enero de 2001).
 
Lo que me interesa señalar es la coincidencia que encuentro entre los argumentos, algunos increíblemente falaces, que se han escuchado recientemente durante las exposiciones ante las comisiones de ambas Cámaras del Congreso Nacional y en el debate en la Cámara de Diputados, con los de aquellas personas (personal de salud, funcionarios y funcionarias judiciales, y magistradxs) que se oponían a la interrupción de aquel embarazo inviable. También registro un mismo modus operandi en algunas personas que durante el último mes agredieron verbal y físicamente a mujeres que portaban los pañuelos verdes que caracterizan la militancia por la legalización del aborto y las que, en ocasión del Primer Congreso de Bioética de la Ciudad de Buenos Aires en el que se analizó el caso Tanus, me empujaron por las escaleras del Centro Cultural San Martín al grito de “asesina".

El hilo conductor de esas expresiones es, a mi entender, la incapacidad de deponer las convicciones íntimas o religiosas ante situaciones en las que está en juego el derecho a la salud de las mujeres que, aunque se olvide o ignore,  constituimos mayoría  en nuestro país. Los mandatos religiosos han servido durante siglos para sostener la estructura socioeconómica patriarcal, disciplinándonos mediante la enajenación de nuestros cuerpos y la abolición del derecho a decidir sobre los mismos.
Ese disciplinamiento se manifiesta mediante leyes, y también a través de normas no escritas establecidas como mandatos culturales. Una de ellas es la de la maternidad: la maternidad como destino, como única posibilidad de realización de las mujeres. En esa concepción de la “mujer=madre” podríamos encontrar el origen de los obstáculos que enfrentamos para acceder y desempeñarnos a la par de los varones en  la esfera pública.

En mi opinión, es la imposibilidad de tolerar que se ponga en cuestión dicho modelo cultural, y no la pretendida defensa de la vida, lo que impulsa a los sectores corporativos a oponerse a la legalización del aborto. Al intentar perpetuar el rol de la mujer=madre ignorando, descalificando o agrediendo a aquellas que pretenden tener autonomía sobre sus cuerpos, invisibilizándolas mediante la sacralización del embrión o feto, ejercen una violencia indirecta, sutil, que reproduce estereotipos, valores y mensajes con el fin de mantener la inequidad de género y la dominación sobre las mujeres. Concretamente, es pura y dura violencia simbólica (Ley 26.485, Artículo 5 inciso 5) lo que obtura la legalización del aborto.
 
Y es esa misma Ley 26.485 de Protección Integral, votada por unanimidad por este Senado de la Nación en noviembre de 2008, la que establece en su Artículo 6 inciso (d) que incurre en violencia contra la libertad reproductiva quien “vulnere el derecho a decidir libre y responsablemente el número de embarazos o el intervalo entre los nacimientos”. Ese derecho es transgredido actualmente en aquellas jurisdicciones donde los y las profesionales de la salud no brindan a las mujeres el asesoramiento necesario respecto de su salud sexual, no proveen todos los medios anticonceptivos o, como en algunas situaciones que han tenido notoriedad en las últimas semanas, dilatan, dificultan y hasta niegan la realización de la ILE en los casos de embarazos producto de violación, inclusive a niñas preadolescentes.

Finalmente, es pertinente señalar que en la norma arriba citada ha sido este Congreso Nacional quien ha legislado una modalidad de violencia de género, la violencia institucional, que impone a sus integrantes que no retarden, obstaculicen o impidan el ejercicio de nuestro derecho a la libertad reproductiva. En ese marco entiendo que, en tanto se mantenga criminalizado el aborto, el Poder Legislativo Nacional continuará violentando los derechos humanos de las mujeres, esto es, de la mayoría de la población de la República.
Por lo expuesto hasta aquí, es que las y los invito a votar afirmativamente y sin modificaciones el proyecto de interrupción legal del embarazo que ha sido aprobado por la Honorable Cámara de Diputados.
¡Que sea ley! Atentamente,

Perla Prigoshin


Abogada T26 F630

miércoles, 18 de julio de 2018

Rasgar la trama patriarcal y colonial : el aborto y la respuesta de las villeras al padre Pepe

La iglesia católica justificó la conquista del continente invadido y llamado por los europeos "las Indias", luego América y el genocidio de millones de seres feminizadxs - relegadxs a esa posición subordinada, a lo otro del único sujeto pensable-, con debates teológicos acerca de la humanidad o bestialidad de sus habitantes. Quienes sobrevivían eran esclavizadxs y explotadxs hasta la muerte. Para poder decir que hacían una guerra justa, que el própósito no era el saqueo sino la evangelización, había que plantear una duda ontológica, es decir, acerca del ser de quienes "descubrieron"/"encubrieron" : ¿eran seres humanxs? ¿bestias? ¿si eran humanizables, cómo tratarlxs de acuerdo al derecho de entonces? Por eso se desarrollaron los debates como el del fraile Bartolomé De las Casas y Ginés de Sepúlveda en 1550: porque se buscaba fundamentar la tutela de esos seres. que resultó y sigue resultando fundamental para sostener la colonialidad, hasta estos tiempos de capitalismo globalizado neoliberal.
Escenas de Felipe Guaman Poma de Ayala

Tutelar no es reconocer al otrx como sujeto, tutelar es "proteger" decidiendo por ellxs, débiles de entendimiento o de virtud, que pudieron entonces ser esclavizadxs, explotadxs, dominadxs.
¿Porqué este encuadre para reproducir la impecable y profunda respuesta de las mujeres villeras la padre Pepe y sus dichos sobre el aborto? Porque una trama de violencia e impunidad se mantiene hasta hoy, 2018, la que se asoma en el debate que alrededor de la legalización de la práctica negada y penalizada porque representa un acto de resistencia crucial a la dominación. Abortar es decidir cuando se niega la decisión ya que antes se te ha negado que seas alguien capaz. Por lo tanto, el expropiar las voces como lo hizo el cura villero remite a estas operaciones viejas de encubrimiento y sometimiento. Después de todo, la única imagen femenina que veneran, es un imposible: la virgen madre.

La carta es el decir, el aparecer, el constituirse sujetxs.
Esta respuesta descoloca, porque no se contaba con ellas. No calculaba Pepe ni mucho otros, que pudieran quebrar el silencio, tomar la palabra y decir basta de definirnos y de hablar, y de decidir por nosotras.


LAS MUJERES EN LA VILLA ABORTAMOS Y HABLAMOS DE ABORTO. RESPUESTA PÚBLICA AL PADRE PEPE DE LAS MUJERES EN REBELIÓN.
16 de julio 2018·
Una vez más los varones hablan por nosotras. Una vez más lo hacen desde su posición de poder. Una vez más los representantes de la Iglesia Católica hablan desde su moral. Una vez más lo hacen con absoluta ignorancia del tema y de nuestra realidad. Una vez más mienten.
El Padre Pepe volvió a realizar declaraciones profundamente discriminatorios y falsas en relación al aborto y su debate en las villas[1]. Por eso desde la organización Mujeres en Rebelión de feminismo popular de Villa Soldati decidimos responder. No desconocemos el trabajo del Padre Pepe en las villas y los asentamientos más pobres, pero repudiamos enérgicamente que hable por nosotras: Nosotras somos las mujeres que vivimos en el barrio Ramón Carrillo y Villa Fátima. Nosotras somos las mujeres que vivimos en la villa y abortamos.
Por eso, y porque exigimos ser escuchadas, vamos a responder una por una sus falsas afirmaciones que suponen un gran desconocimiento y una subestimación hacia nosotras.
Por un lado, afirmó que “los pobres no abortan” y que "No tiene la discusión que se da en la clase media”. En primer lugar, le queremos recordar algo que es obvio: las mujeres en la villa abortamos. Todas las mujeres y personas gestantes abortamos. Es parte de nuestras vidas. Nosotras, nuestras amigas, madres, hermanas, primas y vecinas abortaron, y lo van a seguir haciendo.
Nos llama profundamente la atención que una persona con tanto trabajo en villas desconozca esta realidad. Aunque probablemente lo haga porque es varón. Y ¿sabe qué Padre Pepe?: las mujeres abortamos a escondidas de los varones. ¿sabe por qué lo hacemos?: porque los varones piensan como usted, piensan que somos cuerpos obligados a gestar, obligados a parir y obligados a maternar. Ustedes en cambio pueden abandonar hijxs sin mayores complicaciones. A nosotras no se nos permite siquiera pensar en nuestros deseos. No se nos permite elegir. Porque siempre habrá algún varón, y sobre todo uno con poder, como Usted, que nos diga lo que tenemos que hacer.
Pero a pesar de ustedes, las mujeres y personas con capacidad de gestar de la villa no solo abortamos, sino que tenemos importantes discusiones sobre aborto. Hablamos de aborto, debatimos, aprendemos y, sobre todo, nos cuidamos entre nosotras. Estas discusiones y debates son las que nos liberaron, porque muchas de nosotras estábamos en contra del aborto hasta hace unos años. Y ¿sabe por qué?: porque durante siglos nos dijeron que abortar estaba mal, muy mal, que nosotras no podíamos elegir, que habíamos nacido para tener hijxs. Que si no nos cuidábamos y abríamos las piernas, nuestro destino estaba decidido. Incluso cuando no abrimos las piernas, sino que nos las abrieron a las fuerzas. Incluso cuando no nos cuidamos porque a los varones no les gusta cuidarse. Incluso cuando sí nos cuidamos pero no funcionó. En todos los casos, sea como sea, siempre es nuestra culpa y nuestra responsabilidad. Nacimos para ser madres y no podemos huir de ese mandato.
Sin embargo, Padre Pepe le queremos contar que las mujeres empezamos a hablar entre nosotras. Empezamos a conventillar, como nos gusta decirle a los encuentros que tenemos los sábados las mujeres en Rebelión. Empezamos a debatir y a discutir mucho, aunque usted no nos crea capaces de eso. Y son esas discusiones y charlas las que nos empoderan, las que nos dan las fuerzas para asumir que nuestro destino es el que nosotras elegimos.
Recuerde que Usted también dijo que en las villas y asentamientos "el debate sobre el aborto no causó reacción entre sus moradores porque aquí los hijos son sagrados". En ese marco, dijo: "No tiene la discusión que se da en la clase media. La tendencia aquí es tener los chicos, en general se da eso".
Lo invitamos a venir a conversar con nosotras, a escucharnos, a conocernos y a debatir. Porque tenemos algunas preguntas nosotras también para hacerle. Por ejemplo, Padre Pepe ¿Por qué lxs hijxs en las villas son más sagrados que lxs hijxs en la clase media?
Nosotras creemos que lxs hijxs son sagrados en la medida en que son deseados. Y nosotras, en las villas también tenemos deseos, también tenemos proyectos de vida, también somos capaces de decidir. ¿Por qué nos quita esta posibilidad? ¿acaso usted cree que por vivir en la villa no podemos elegir sobre nuestras vidas?
Y sí, claro que la tendencia aquí es tener chicos. Suponemos que sabe bien por qué: porque nos niegan la posibilidad de acceder a métodos anticonceptivos de calidad, porque nos impiden acceder a abortos seguros, porque cada vez que abortamos ponemos en riesgos nuestras vidas. Por eso la tendencia Padre Pepe. No porque acá las mujeres seamos “más buenas” y nos guste parir “los hijxs que dios mande”. Porque Dios no manda hijxs, los manda el patriarcado y quienes no nos dejan elegir sobre nuestras propias vidas.
Como bien sabe, nosotras somos juzgadas por todo lo que decidamos hacer. Porque en el fondo lo que ustedes nos quieren quitar es la posibilidad de decidir y de desear. Si decidimos ser madres jóvenes, si decidimos no tener hijxs, si decidimos tenerlos; siempre ustedes van a tener algo para decir. Desde su mirada somos locas, histéricas, malas madres, malas, siempre malas. Pero lo único que queremos es ser mujeres libres de decir sobre nuestras propias vidas.
Esperamos que se tome el tiempo de leer esta respuesta, porque nosotras no nos vamos a callar más. Queremos que nuestra voz sea escuchada y no interpretada por ningún varón, por ningún referente, por ningún representante de ninguna jerarquía. Y que de una vez y para siempre les quede claro que por nosotras solo hablamos nosotras.




Publicada en Mujeres en Rebelión 

domingo, 24 de junio de 2018

Caminos de la resistencia

En los últimos meses, vivir en Argentina pone a prueba la cordura. No solamente por la gravedad del despojo de nuestros recursos y el endeudamiento, la crueldad de la miseria en la que se encuentran miles de personas, el saqueo a lxs jubiladxs, los despidos que no cesan, la grosería de los tarifazos, sino por el cinismo con el que lxs funcionarixs del gobierno y sus cómplices festejan en nuestra cara sus delitos e impunidad.
Cuesta hablar de democracia en un país donde te saquean y te roban, te reprimen y te matan y es como si no pasara nada. Hacen ostentación de la manipulación de fiscales y jueces, y "se la bancan" mandando a uniformados a violar derechos humanos. En la Jujuy de Morales rompen, roban y se quedan hasta con la sede de la Tupac mientras Milagro Sala sigue presa desde hace 888 días.
La censura y el apagón mediático, ni siquiera el Mundial de fútbol pueden ocultar el desastre del dólar, los manejos con los que la especulación gana y lxs trabajadorxs y jubiladxs mueren, se enferman y se mueren, como el niño de 5 años electrodependiente ayer, en Lomas de Zamora. No se puede en un contexto en el que la inmediatez de las redes sociales te acerca en un instante la imagen pavorosa de lxs niñxs migrantes enjaulados por Trump en Estados Unidos o la vergonzosa muestra de abuso de un típico machirulo patriarcal burlándose de una chica rusa y expulsado inmediatamente por la viralización del video, ignorar las resistencias populares entonando "MMLYQTP" (la yuta que te parió)...
Ni un acto por el día de la bandera en Rosario ya resiste el presidente que no puede hablar de corrido tres frases y teme protestas, protegido por vallas y seguridad a cada paso. Sus aduladores y difamadores profesionales a sueldo tienen menos rating que los pocos programas críticos que se difunden por Youtube o sitios de internet. 
A las puertas del primer paro general tan demorado a pesar de las constantes protestas desde las bases de todos los colectivos afectados - vetusta conducción de la central que será reemplazada por quienes han estado en las calles desde los primeros impactos de esta politica antitrabajadorxs- la representación política misma está en cuestión, porque quienes votaron a Cambiemos han sido en gran parte víctimas directas del modelo de ajuste y achicamiento del Estado, de la dolarización, los tarifazos y la recesión que hace quebrar comercios, y claramente, en este esquema, sólo ganan los Caputo y los Lewis, no otrxs. Ganan los tenedores de deuda y los fondos de inversión manejando el  precio de la divisa que después sube hasta las nubes la carne y los remedios que no podés comprar con tus ingresos congelados y tus gastos fijos imposibles de afrontar.
Aún la estigmatización del proyecto kirchnerista persiste nublando la razón y activando bloqueos de la memoria de cómo vivimos hasta diciembre de 2015, desendeudados y con los salarios más altos y reajustándose en paritarias que hoy son un reclamo constante - no alcanzando nunca la velocidad de la inflación- y con AUH, satélites en órbita y científicxs que hoy vuelven a irse. El ataque sistemático a la educación pública va a los cimientos mismos de un stándard que Argentina ha tenido siempre en alto en relación a los países del mundo donde solamente pagando algunxs acceden a la educación superior con el nivel de la UBA u otras universidades nacionales.

La consolidación del pueblo femisnita, como lo denominara Graciela Di Marco siguiendo a E. Laclau, que en los últimos meses interpela no solamente la negación de la ciudadanía plena de las mujeres y de cuerpos gestantes que supone la penalización del aborto sino mucho más, el carácter arcaico y opresivo de la injerencia de la Iglesia Católica en las políticas estatales que niegan el acceso a la salud y sacrifican a las más desprotegidas asociando sexualidad  a maternidad, representa también un desplazamiento del tradicional juego de la política. Transversal, trascendiendo pertenencias partidarias, poniendo palabras en las sesiones informativas a esos prejuicios y a las razones para reclamar en nombre de la vida el acceso al aborto legal, un movimiento que encuentra generaciones, modos de aparecer en la calle, luchas truncas y renovadas, visibiliza el anudamiento del patriarcado con el sostenimiento de la exclusión de mayorías que permite opresión económica y violencias.

La marea verde en el Congreso y que contagia a América disputa también en la identidad católica la mediación patriarcal de la interpretación de la fe. Las argumentaciones que intentan subsumir la demanda por la libertad  de los cuerpos  y los proyectos de vida posibles en nombre de otras prioridades, o quitando legitimidad a la lucha como si se hiciera el juego a nefastas politicas de población, dan la pauta de hasta dónde el privilegio patriarcal también es transversal y multicolor, no asumido y violento en su reacción.
Faltan en cualquier momento esos autos de fe que algunos viralizan en las redes sociales, expresando deseos de asesinar(nos) a las "asesinas".

Lxs antiderechos -por cierto, no pro-vida precisamente- se apoyan en un nuevo relato, apropiándose en la genética, para asegurar de nuevo la primacía de un cigoto sobre la vida de una mujer. Defienden la familia, la patria, el capital, el negocio del aborto clandestino amparado en la misma hipocresía que justifica la pobreza y abandono de las miles que mueren por no ser consideradas sujetxs.
Están nerviosxs. Porque la lucha excede el aborto para poner en evidencia la relación entre un mecanismo apenas visible que une a la corporación religiosa con una democracia restringida que mantiene un condicionante que pesa sobre las gestantes como no pesa en los varones.
La apelación a la naturaleza, ah, ¡ese viejo truco que revela el poder de los intereses que se defienden!
Los caminos de las resistencias son variados. Incesantes. Los pañuelos verdes también se oponen al FMI. Se oponen al raquitismo y condicionamiento de dogmas particulares al Estado laico que sólo honrando esta distancia con la Iglesia puede garantizar el respeto a los derechos humanos. Tanto a la salud como a comer, a trabajar y a no ser reprimidxs cuadno ejercés el derecho a la protesta. 
Los pañuelos verdes marchan por la libertad de Milagro y las presas políticas, han marchado y siguen marchando por Santiago, Rafael Nahuel y por Facundo. Seguiremos mezcladas con lxs jubiladxs y lxs desocupadxs, paramos mañana. No compramos que un gobierno cínico haya simpatizado con esta causa cuando avasalla derechos y cuando en un gesto digno de su falta de escrúpulos y respeto a la voluntad popular expresada en la votación en Diputados, intenta dilatar en el Senado la resolución de la legalización.

Es mucho más lo que se está moviendo, mucho más. No aparece desgajado de la lucha por la vida digna que se niega con la entrega del país y la timba financiera. Contesta el control de una minoría que no asume aún sus privilegios. Una disputa cultural, discursiva, de presencias y visibilidades, de prácticas nuevas, acelera los cambios y corre barreras. El "se va a caer" como afirmación de una lucha contrahegemónica, tal vez parezca una utopía, que ya marca nuevas reglas, nuevos pactos, como - dice muy bien mi compañera Eli Smitarello- una utopía de horizonte concreto.

martes, 1 de mayo de 2018

Las proletarias del proletario (2018)

En 1840 Flora Tristán, peruana residente en París, publicó "La Unión Obrera" en la que además de dar cuenta de la situación de opresión de la clase trabajadora de su tiempo, tomó en cuenta en particular la situación de quienes son aún más victimizadas.
"La mujer es la proletaria del proletario" sentenció.
Aún aquel que más sufre, el explotado, tiene como sierva a su esposa, y por el hecho de ser mujer. Marx la naturalizó, pero esta diferencia, con tanto tiempo transcurrido, sigue siendo un criterio discriminador para la consideración de alguien como ser humano pleno, como individuo a quien los derechos le son inherentes a su persona.
No exageramos diciendo esto en 2018. No se nos va la mano en tiempos de internet y redes donde la división clásica de trabajo material e inmaterial se ha resquebrajado, sino desaparecido.
¿Cuánto trabaja una mujer? ¿cómo se considera su producción de valor? ¿podemos medirla en horas? ¿Cómo se considera su trabajo reproductivo? ¿Y el cuidado?
Las tareas por amor no son trabajo, se inculca y se hace carne o estructura la personalidad. ¿Cómo no ocuparse, después de la jornada sí considerada laboral fuera de casa, de ciertas tareas, como el preparar alimentos, lavar ropas, limpiar la vivienda, dar de comer, lavar los platos, o cuidar a quienes tenemos a cargo por edad o enfermedad? Nada en nuestras capacidades intelectuales, físicas, de temperamento, nos hace más destinatarias de esos roles impuestos que a otra persona, es la cultura que reserva, en base al mito de las diferencias, el trabajo sin pausa que no se paga ni se considera trabajo.
La entrada al mercado laboral - sí reconocido y merecedor de salario- no mejoró las cosas en relación a la diferencia, con remunieraciones injustas haciendo la misma tarea, o las dificultades para acceder a ascensos o puestos de jerarquía. Otra vez las cargas de las tareas no consideradas trabajo impiden cumplir con los requerimientos extras que se plantean a quienes por otro lado siguen siendo como dijo Flora, proletarias de los proletarios. Las consideraciones desde la diferencia para adjudicar ese trabajo no trabajo a las mujeres no se tienen en cuenta para balancear hacia la equidad, sus condiciones en el ámbito laboral. Y todo esto si la trabajadora está reconocida, si tiene asignaciones y una cierta estabilidad.
La precarización, el desempleo, multiplican las cargas sobre la salud. Por esa manera de deshacerse para lxs otrxs inculcada - porque la solidaridad también se explota- muhcas se hacen cargo de organizar no solamente su propia vida familiar, a veces solas sin otro ingreso al ser "jefas de hogar", y en condiciones de desempleo o inestabilidad, contribuyen a paliar dolores y necesidades de sus barrios. Y pelean también en el comedor comunitario, en el cuidado de chicxs de otrxs, con la feria o lo que haga falta. Muchas veces sufriendo violencia, malos tratos, abusos de quienes también están en dramáticas condiciones. Lejos del acceso a la justicia como para hacer denuncias o seguir adelante con tanto a cuestas.Algo como la libertad o el ocio son fantasías, como el desarrrollar tu proyecto o capacidades, inimaginables.
De la clase o procedencia social que sea, como mujeres se nos induce a naturalizar lentamente las injusticias del trato discriminatorio.
Desobedecer lo previsto para nosotras consideradas en la ecuación mujeres = madres proletarias de proletarios tiene costos que tenemos que seguir pensando, diciendo a viva voz ante ojos azorados que resisten la inconveniencia de decir "no" o proponer otras maneras, otro reparto, otras posibilidades vitales.

Demasiados mandatos ancestrales pero insistentes nos ponen en una posición de desventaja no ante el patrón, sino ante los mismos compañeros trabajadores, precarizados o desempleados cuya frustración e injusticia se toman revancha, como lo han visibilizado las sobrevivientes de violencia de género que aprendieron también esa lucha a fuerza de demasiadas lágrimas y muertes.
No hay justicia para trabajadorxs si la injusticia de género persiste.
No hay tampoco reivindicación posible ni destierro de la inequidad de género en medio de una restauración del hambre y la entrega de la riqueza que producimos y nos pertenece.
No habrá conmemoración justa de las luchas del pueblo trabajador si no hay secretarias generales en gremios y referentes en espacios de representación y negociación que alcen las banderas feministas en defensa de los derechos de esas trabajadoras. Porque con demasiada frecuencia ni siquiera se nos percibe como tales o si es el caso, es por menos de la mitad de lo que hacemos o lo que vale el producto de nuestro esfuerzo enmascarado en entrega o amor, eufemismos convenientes para severas y arbitrarias imposiciones.
En tiempos donde la ofensiva más despiadada contra derechos conquistados para lxs trabajadorxs encarcela, reprime, amordaza, amedrenta a quienes luchan, y compran dirigencias en oferta, en el día en que conmemoramos a quienes lucharon y dejaron enseñanzas para seguir luchando por la dignidad y la justicia, las palabras de Flora, como las de Bolten, las de Evita, las de las desaparecidas, y las de miles de anónimas nos convocan con más fuerza todavía.